EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la tercera semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 8,26-40.
El Angel del Señor dijo a Felipe: "Levántate y ve hacia el sur, por el camino que
baja de Jerusalén a Gaza: es un camino desierto".
El se levantó y partió. Un eunuco etíope, ministro del tesoro y alto funcionario de
Candace, la reina de Etiopía, había ido en peregrinación a Jerusalén
y se volvía, sentado en su carruaje, leyendo al profeta Isaías.
El Espíritu Santo dijo a Felipe: "Acércate y camina junto a su carro".
Felipe se acercó y, al oír que leía al profeta Isaías, le preguntó: "¿Comprendes lo
que estás leyendo?".
El respondió: "¿Cómo lo puedo entender, si nadie me lo explica?". Entonces le pidió
a Felipe que subiera y se sentara junto a él.
El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente: Como oveja fue
llevado al matadero; y como cordero que no se queja ante el que lo esquila, así él
no abrió la boca.
En su humillación, le fue negada la justicia. ¿Quién podrá hablar de su
descendencia, ya que su vida es arrancada de la tierra?
El etíope preguntó a Felipe: "Dime, por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí
mismo o de algún otro?".
Entonces Felipe tomó la palabra y, comenzando por este texto de la Escritura, le
anunció la Buena Noticia de Jesús.
Siguiendo su camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el etíope dijo: "Aquí
hay agua, ¿qué me impide ser bautizado?".
Y ordenó que detuvieran el carro; ambos descendieron hasta el agua, y Felipe lo
bautizó.
Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor, arrebató a Felipe, y el etíope no lo
vio más, pero seguía gozoso su camino.
Felipe se encontró en Azoto, y en todas las ciudades por donde pasaba iba
anunciando la Buena Noticia, hasta que llegó a Cesarea.
Salmo 66(65),8-9.16-17.20.
Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
hagan oír bien alto su alabanza:
él nos concedió la vida
y no dejó que vacilaran nuestros pies.
Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
apenas mi boca clamó hacia él,
mi lengua comenzó a alabarlo.
Bendito sea Dios,
que no rechazó mi oración
ni apartó de mí su misericordia.
Evangelio según San Juan 6,44-51.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en
el último día.
Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que
oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida.
Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.
Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y
el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
comentario del Evangelio por
Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza, doctora de la Iglesia
Camino de Perfección, cap. 33-34
«Este es el pan, que ha bajado del cielo, el que lo coma no morirá "
Pues, visto el buen Jesús la necesidad, buscó un medio admirable
adonde nos mostró el extremo de amor que nos tiene, y en su nombre y
en el de sus hermanos, pidió esta petición: El pan nuestro de cada día, dánoslo
hoy, Señor. Por ser nosotros tales y tan inclinados a cosas bajas y de tan poco
amor y ánimo, que era menester ver el suyo para despertarnos, y no una vez, sino
cada día, que aquí se debía de determinar de quedarse con nosotros...
He mirado yo cómo en esta petición sola duplica las palabras,
porque dice primero y pide que le deis este pan cada día, y torna a
decir dádnoslo hoy, Señor. Pone también delante a su Padre. Es como
decirle que ya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que ya
nuestro es; que no nos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo; que le deje
servir cada día. Pues en esta petición, de cada día parece que «para siempre».
Estando yo pensando por qué, después de haber dicho el Señor: cada
día, tornó a decir: dánoslo hoy, ser nuestro cada día, me parece a mí,
porque acá le poseemos en la tierra y le poseeremos también en el cielo, si nos
aprovechamos bien de su compañía; El decir hoy me parece es para un día, que es
mientras durare el mundo, no más. ¡Y bien un día!
Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se le
deje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio y
envió al mundo por sola su voluntad, que Él quiere ahora por la suya
propia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para más
gloria de sus amigos y pena de sus enemigos. Que no pide más de hoy,
ahora nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo para
siempre, cierto lo tenemos. Su Majestad nos le dio, como he dicho, este
mantenimiento y maná de la Humanidad, que le hallamos como queremos, y que,
si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre.y me ayudas en mi salvación.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”