Dejarme transformar por la Eucaristía.
2012-04-27
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: «¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne?».
Jesús les dijo: «Yo les aseguro: Si no comen la Carne del Hijo del hombre y no
beben su Sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi Carne y bebe
mi Sangre, tiene vida eterna y Yo lo resucitaré el último día.
Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi
Carne y bebe mi Sangre, permanece en mí y Yo en él. Como el Padre, que me ha
enviado, posee la vida y Yo vivo por Él, así también el que me come vivirá por mí.
Este es el plan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus
padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm. Palabra del Señor.
Oración introductoria
Jesús mío, ¡gracias!, por estar presente en la Eucaristía y por darme la posibilidad
de poder recibirte en mi interior. Yo solo no puedo corresponder a tanto amor y
misericordia, por eso te pido que me muestres, en esta oración, tu voluntad, el
camino que he de seguir para poder recibirte dignamente en mi corazón.
Petición
Jesús, no soy digno de que vengas a mí, pero una palabra tuya bastará para
sanarme. ¡Ven Señor!
Meditación
Dejarme transformar por la Eucaristía.
«¿Pero qué comporta para nuestra vida cotidiana este partir de la Eucaristía para
reafirmar la primacía de Dios? La comunión eucarística, queridos amigos, nos
arranca de nuestro individualismo, nos comunica el espíritu del Cristo muerto y
resucitado, nos conforma a Él; nos une íntimamente a los hermanos en ese misterio
de comunión que es la Iglesia, donde el único Pan hace de muchos un solo cuerpo,
realizando la oración de la comunidad cristiana de los orígenes recogida en el libro
de la Didajé: "Como este pan partido estaba diseminado por las colinas y, recogido,
se convirtió en una cosa sola, así tu Iglesia, desde los confines de la tierra sea
reunida en tu Reino". La Eucaristía sostiene y trasforma toda la vida cotidiana.
Como recordaba en mi primera encíclica, “en la comunión eucarística está
contenido el ser amados y el amar a nuestra vez a los demás", por lo que "una
Eucaristía que no se traduzca en amor concretamente practicado está fragmentada
en sí misma"» (Benedicto XVI, 11 de septiembre de 2011).
Reflexión apostólica
«La comunión eucarística significa y realiza la más íntima unión posible con Cristo
en este mundo. Al recibir a Cristo, presente real y verdaderamente en la Hostia,
conviene hacerlo con actitudes de fe viva, de caridad, de humildad, de
agradecimiento y plena conciencia de su infinito amor, diciendo sí a su sacrificio,
purificando el alma y pidiendo la fortaleza necesaria para ser fieles al Evangelio»
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 234).
Propósito
Revisar y mejorar mis relaciones con los demás.
Diálogo con Cristo
Padre mío, si realmente conociera lo grande que es el don de la Eucaristía, acudiría
con más fervor a recibir este don y trabajaría incansablemente por incrementar el
amor a ella en todos los demás, empezando por mi propia familia. Permite, Señor,
que sepa compartirte, que mi vida eucarística nunca se centre sólo en mi persona
sino que sea el pan que me dé la fuerza para llevar a cabo mi misión.
«No hay imposibles para el hombre o la mujer que vive al pie del Sagrario»
( Cristo al centro, n. 848)