Ciclo B. IV Domingo de Pascua, Ciclo B.
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos
Con motivo del evangelio del Buen Pastor (Jn 10, 11-18), hoy celebramos en la
Iglesia el Día de las Vocaciones Sacerdotales. Entiendo que para ustedes es clara la
relación que hay entre la Vocación Sacerdotal y el Buen Pastor, y es claro el por
qué la Iglesia puso el Día de las Vocaciones Sacerdotales en el Día del Buen Pastor.
(Digamos entre paréntesis que hoy es también Día de las Vocaciones a la Vida
Consagrada y Religiosa, pues también ellos, los consagrados y religiosos, tienen
que ser buenos pastores, y el Día de las Vocaciones de los Laicos, pues todos ellos,
especialmente los papás y cuantos tienen autoridad y gobierno, tienen que ser
buenos pastores).
Jesús Buen Pastor nos dice lo que el sacerdote tiene que ser: Pastor, y cómo tiene
que serlo: Bueno. Algo tan sencillo encierra muchas enseñanzas y consecuencias.
La primera y más importante es que la grandeza del sacerdote está en ser un buen
“pastor de almas y de comunidades”. Como Jesucristo. Es esto lo que hay que
mirar en y pedir del sacerdote, y no tanto si es una profesión con peso y rango en
la sociedad (su figuración social). Sino si se parece a Jesús Buen Pastor y se
comporta con la gente como Él. Al sacerdote se le suele ver como “el hombre del
culto” (misa y sacramentos), y es eso, pero sin dejar de ser pastor . Se lo suele ver
también como “hombre de iglesia”, pero sin dejar de ir por calles y plazas,
buscando las ovejas “perdidas”, extraviadas y remisas. Así fue sacerdote Jesucristo
y así lo fue san Vicente de Paul, que propuso para los suyos ser sacerdotes
pastores.
Otra enseñanza importante es que, como pastor, el sacerdote debe pastorear, es
decir, debe convocar las ovejas, reunirlas en grupos (comunidades), conducirlas
juntas hacia prados buenos y seguros, y, al caer de la tarde, guardarlas en el redil.
Hasta el siguiente día. Así, la evangelización del sacerdote pasa por la pastoral, que
es hacer pastoreo. Una evangelización en contacto permanente con las personas y
preocupada por formar con ellas pequeñas comunidades, en las que se sientan
acogidas, acompañadas y bien atendidas. Es lo que hizo el sacerdote apóstol Pablo,
porque, como Jesús, amó de corazón a las ovejas, llegó a conocerlas y a llamar a
cada una por su nombre, las cuidó y defendió, cargó a hombros las heridas y
extraviadas, y dio su vida por ellas (Jn 10, 1-21). Amor, dedicación, paciencia,
sacrificio, son algunas de las virtudes que se esperan del sacerdote buen pastor.
Y es aquí donde entra y cobra todo su valor el Día de oración por las vocaciones
sacerdotales. Hay que orar mucho para que el Señor envíe a su campo sacerdotes
(Lc 10.2), que sean buenos pastores. Orar y apoyar moral y económicamente.
Orar, apoyar y valorar tanto que los papás se ilusionen con un hijo sacerdote.
Tanto… que preparen el ambiente donde surjan vocaciones, que luego cultiven y
ofrezcan al Señor en su Iglesia.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)