Fuiste creado para amar, con amor del bueno
Domingo 06 de Pascua 2012 B
México vive una intensa campaña cívica porque pronto elegirá a sus gobernantes. Y
los candidatos desfilan haciendo presentes los grandes temas, erradicación de la
pobreza, abolición la inseguridad para los hombres y para los pueblos, educación
para todo hijo nacido de mujer, implantación de la justicia que sea por igual para
pobres y para ricos, para letrados y para incultos, seguridad social aún para los que
no tienen trabajo estable, casa para toda familia, iguales oportunidades para
hombres y mujeres, erradicación de diferencias por razones de lengua, cultura, raza
o religión. Ellos prometen infinitamente más de lo que la Santísima Trinidad en su
Divina Providencia tiene destinado en su amor para todos los hombres.
Yo me pregunto, si ellos son los abanderados y los libertadores que resolverán
todos los problemas, aun los que humanamente no tienen solución, ¿Qué haremos
entonces los cristianos? ¿Rezar? ¿Sólo eso estamos llamados a hacer? ¿Hacer
ceremonias y ritos muy bonitos? ¿Peregrinaciones cada vez más numerosas a las
grandes basílicas marianas? ¿Sólo eso? ¿Qué no son esos los enunciados por los
que Cristo dio su propia vida y nos mando luchar? ¿Tendrían que ser otros los que
ayuden a erradicar la pobreza que a lo mejor nosotros mismos causamos con
nuestras injusticias? ¿Otros tendrían que ser los que abolieran el terrorismo, y la
violencia causada por el afán de dinero fácil cuando en nuestros hogares se vive
situaciones de verdadera injusticia que propician la salida fácil de la droga o el
alcohol o el robo? Honradamente siento que somos nosotros, los cristianos los que
tendremos que ser los abanderados que claman y trabajan y luchan por la justicia y
por el derecho de todos a una condición digna de hijos de Dios en este mundo.
Seremos los cristianos y no otros los que contribuyan para que todos tengan esa
seguridad que todos deseamos, haciendo lo propio desde la propia familia. Si no, es
que no hemos escuchado a Cristo en aquél momento de suprema intimidad, en la
última cena cuando declara el grande amor que el Padre nos tiene, y su mismo
amor, tan grande como el que le tiene a su Padre al que no le puede negar nada.
Dos grandes amores fundidos en uno sólo, el amor a los hombres. Pero luego
vinieron las consecuencias: “No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien
los ha elegido y los de destinado para que vayan y den fruto y su fruto
permanezca...Esto es lo que yo les mando: que se amen los unos a los otros”. Esa
fue la conclusión de Cristo: no el amor a Dios, sino el amor a los hombres, en lo
cuál conoceremos que verdaderamente amamos a Dios. El mismo Cristo afirmaba:
“Éste es mi mandamiento, que se amen unos a otros, como yo los he amado. Nadie
tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos”. De manera
que Cristo pide amor, entrega, generosidad, y un amor efectivo, que se vea, que se
sienta, que se palpe, que forme comunidad, que forme familia, que forme
intimidad, pero que no se quede en la orilla, en la periferia, que llegue a calar,
hasta da la propia vida si eso fuera necesario para lograr esa fraternidad y esa
comunidad mundial a la que tenemos que llegar. Ese amor a los demás tendrá que
ser no de cualquier manera, a tontas y a locas, hasta que a nosotros se nos ocurra
o hasta que pretendamos que ya estamos cansados, que ya hemos hecho nuestra
parte, sino hasta dar la propia vida como Cristo lo hizo con cada uno de nosotros.
Por eso afirmo que en esos grandes problemas que nuestro mundo y nuestro
México tienen planteados, no podrán ser resueltos sino hasta el momento en que
cada cristiano se decida a amar, al lado de todos los cristianos, y de todos los
hombres, para mostrarle al mundo que él amor sí salva, sí redime, sí acerca los
unos a los otros, para hacer nuestro mundo más fraternal y humano: “Les he dicho
esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena… Permanezcan en
mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor: lo mismo que
yo cumplo los mandamiento de mi Padre y permanezco en su amor”.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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