“PLURALIDAD Y COMUNIÓN”
Carta de Monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el quinto Domingo de Pascua (06 de Mayo de 2012)
En muchas oportunidades los cristianos nos referimos a la palabra “Comunin”. Desde
distintos ángulos y por diversas razones tratamos que sea el fundamento de nuestro obrar. Es cierto
que no siempre entendemos su significación y por lo tanto su importancia. En algunas
oportunidades leemos o escuchamos que se unen empresas, sectores o bien países para
determinados fines. En general son formas de unidad pero con fundamentos estratégicos. La
comunión será más profunda si los lazos de unidad se fundamentan en relaciones históricas,
culturales o bien religiosas. Pero todo esto aún es diferente a lo que los cristianos entendemos por
comunin. El Papa Juan Pablo II cuando iniciaba nuestro siglo XXI sealaba en la encíclica “Novo
Millennio Ineunte” que debemos hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunin: “éste es el
gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al
designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo... Antes de programar
iniciativas concretas hace falta promover una espiritualidad de comunin” (43).
La comunión para los cristianos tiene su fundamento en el amor y comunión trinitaria. En el
amor de Dios al hombre y en la necesidad de asumir el mandamiento del amor. El Evangelio de
este domingo (Jn. 15,1-8), nos señala la necesidad de estar en comunión con Jesucristo, como la
vid y los sarmientos: “Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el
sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permaneces en mí”
(4)
El fundamento de toda comunión para los cristianos se da en esta comunión con Aquel a quien
seguimos. Quizá señalar esto en el contexto cultural que vivimos parezca un tanto exigente o
rigorista, pero creo conveniente decirlo, porque las experiencias de fracaso ligados a la “comunin
fraterna”, en nuestras familias, comunidades, movimientos o bien el mismo compromiso de los
cristianos como ciudadanos, tienen en general como causa esta ruptura básica; nos decimos
cristianos pero de hecho no nos sentimos comprometidos con Jesucristo ni con sus enseñanzas.
Llamarnos cristianos a veces es solo una denominación que puede llegar a implicar algunas
devociones religiosas, sin terminar de integrar nuestra fe con nuestra manera y estilo de vida. En
realidad esto sucede porque no permanecemos en Él, como “la vid y los sarmientos” y dejamos de
ser fecundos en la construcción del Reino.
En la Diócesis hemos querido acentuar este tema de la comunión que nos señala el texto del
Evangelio de este domingo. La eclesiología de comunión no es una opción posible como si fuese
una pastoral más. La comunión es un reclamo que nos realiza el Señor y que si no nos interesa
contradecimos el camino de discipulado que implica el ser cristianos. Por esta razón y fundamento,
en la Diócesis venimos acentuando la necesidad de asumir la comunión desde nuestra conversión a
Dios y desde la búsqueda de mejorar nuestra pastoral para que sea más orgánica. El primer Sínodo
Diocesano ha sido una oportunidad que nos regaló el año jubilar, para que durante estos años
asumamos las temáticas y “Orientaciones pastorales” del Sínodo. Durante este ao
fundamentalmente en la Asamblea Diocesana del próximo 20 de Junio y en el revisar las
estructuras de pastoral, evaluándolas desde si son aptas para la misión, buscaremos seguir
profundizando en este tema de la comunión. Es cierto que asumir esta exigencia que surge de este
reclamo de unirnos como “la vid y los sarmientos”, es exigente, y la tentacin es quedarnos
cmodos “en lo de siempre”, pero nuestra vida solo se plenifica si no nos conformamos con lo
mínimo. En el amor donado y pascual, en desacomodar y desarmar lo que no sirve a la misión,
encontraremos dolores y sufrimientos, pero también el gozo que implica vivir una vida cargada de
sentido.
Tanto para la vida de la Iglesia, como para la sociedad, nuestra Provincia y País el valor de la
comunión y no la uniformidad; la pluralidad y lo diverso, sin rupturas, aquello que busque
construir el bien común, será la respuesta adecuada para construir en este tiempo globalizado una
cultura solidaria y de la vida. El texto de este domingo de “la vid y los sarmientos”, nos permiten
captar la vigencia de la propuesta de Jesucristo, el Señor, en este inicio del siglo XXI.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas