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V Semana de Pascua (Año Par)
Martes
Jn 14, 27-31
Les doy mi paz. Estas palabras las pronunció Jesús durante la última Cena: se
trata de su testamento espiritual. La promesa que hizo a sus discípulos se realizará
en plenitud en su Resurrección. Al aparecerse a los Once en el Cenáculo, les dirigirá
tres veces el saludo: “¡Paz a ustedes!” (Jn 20, 19).
Por tanto, el don que hace a los Apóstoles no es una ‘paz’ cualquiera, sino que
es la misma paz de Cristo: ‘mi paz’, como dice él. Y para que lo comprendan bien,
les explica de manera más sencilla: “Les doy mi paz, no como la da el mundo” (Jn
14, 27).
El mundo, hoy como ayer, anhela la paz, necesita paz, pero a menudo la
busca con medios inadecuados, en ocasiones incluso recurriendo a la fuerza o con
el equilibrio de potencias contrapuestas. En esas situaciones, el hombre vive con el
corazón turbado por el miedo y la incertidumbre. En cambio, la paz de Cristo
reconcilia las almas, purifica los corazones y convierte las mentes.
“Donde hay caridad y amor, allí está Dios”. De la caridad y del amor mutuo
brotan la paz y la unidad de todos los cristianos, que pueden dar una contribución
decisiva para que la humanidad supere las razones de las divisiones y de los
conflictos.
Todo, en nuestro ambiente, estamos llamados a ser auténticos “constructores
de paz” (cf. Mt 5, 9). Que la Virgen de la Paz nos ayude y acompañe, signo y
transparencia de la paz de Cristo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)