Comentario al evangelio del Jueves 10 de Mayo del 2012
Queridos amigos y amigas:
La alegría que nace de quien camina en verdad, está llamada a plenitud. Como sarmientos vivos, que
recordábamos ayer, queremos permanecer en el amor de Dios, mostrado en Cristo Jesús.
Muchos cristianos llevamos una vida de mucha actividad. Además, el ritmo social de estos tiempos es
acelerado, pretende abarcar mucho: muchas relaciones sociales, muchas reuniones sociales, muchos
compromisos sociales, muchos aprendizajes sociales...
Estar de un lado para otro, de una actividad a otra, puede desorientarnos y nublar la experiencia de
permanecer unidos a Cristo, de durar en su amor, de perseverar en nuestra comunión con Él, y, a través
de Él, con nuestros hermanos. Por eso, en medio de unas cosas y otras, no podemos perder la
perspectiva que nos nutre. Conviene que miremos y cuidemos, con frecuencia, las raíces que nos
alimentan y dan vida, para que la savia del Resucitado fluya con todo su vigor hacia nuestras ramas,
para que siempre tengan vida en abundancia.
La permanencia en Él -que el texto evangélico de hoy nos dice que es permanencia en su amor- se
proyecta sobre la alegría de lo que somos –su alegría está en nosotros y así nuestra alegría llegará a
plenitud-, y no de lo que hacemos, aunque no podamos dejar de hacer, y nuestras acciones también nos
traigan contento, un tímido reflejo del júbilo final.
Vuestro hermano,
Luis Ángel de las Heras, cmf
Luis Angel de las Heras, cmf