SEXTO DOMINGO DE PASCUA. CICLO B.
( Jn. 15, 9-17)
Como el Padre me ama a mí, así os amo yo a vosotros. Permaneced en mi
amor. Pero sólo permaneceréis en mi amor, si obedecéis mis
mandamientos, lo mismo que yo he observado los mandamientos de mi
Padre y permanezco en su amor. Os he dicho todo esto para que participéis
en mi gozo, y vuestro gozo sea completo. Mi mandamiento es éste: Amaos
los unos a los otros, como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande
que quien da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo
que yo os mando. En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo
no conoce lo que hace su señor. Desde ahora os llamo amigos, porque os
he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre. No me elegisteis
vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. Y os he destinado para que
vayáis y deis fruto abundante y duradero. Así, el Padre os dará todo lo que
le pidáis en mi nombre. Lo que yo os mando es esto: que os améis los
unos a los otros.
CUENTO: EL AMOR HAY QUE CUIDARLO
Eran dos jóvenes que vivían de espaldas uno del otro. En medio de ellos
nació una flor. Una flor hermosa, única. Contemplando la flor nació el amor.
Mirándose el uno al otro, se olvidaron de contemplar la flor. Y la flor murió.
Al cabo de un tiempo, cansado el uno del otro, se preguntaron por qué y
cómo se habían encontrado. Cuando observaron la flor muerta, murió
igualmente su amor.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Sexto domingo de Pascua. Ya huele a despedida. Jesús resume junto a sus
discípulos el testamento, lo esencial que quiere que ellos y nosotros
retengamos para siempre en nuestros corazones. El mandamiento supremo,
la esencia de la fe cristiana: EL AMOR. He aquí el resumen más perfecto, lo
que no hay que olvidar, lo que pasa por encima de todo: de leyes, de
normar, de ritos, de templos. No hay mayor revolución religiosa. SER
CRISTIANOS ES AMAR. Es más, SER CREYENTE ES AMAR. Mucho más, SER
HUMANO ES AMAR.
El amor, el amor. No hay palabra más repetida y más usada, y quizá por
eso más devaluada. Se confunde amor con tantas otras cosas. Se dice amor
cuando en realidad se está hablando de placer, de pasión, de realización, de
sexo, de momentos, de atracción, de emociones. Y, claro, no es extraño,
muchos jóvenes y no tan jóvenes dicen que el amor no es para siempre, ni
significa compromiso. El amor dura mientras dure. El amor se desgasta y el
amor se muere.
No es de este amor del que habla Jesús. Ni siquiera habla de amor humano.
No dice que amemos al prójimo, es más, mucho más. Dice AMAR COMO
DIOS NOS AMA A NOSOTROS. O sea, con un amor gratuito, incondicional,
generoso, entregado hasta el final, comprometido por siempre. Un amor
que genera vida, esperanza, paz, perdón, alegría, solidaridad, justicia.
Y no es que el amor humano, el amor sensible, el amor emocional, no sea
importante. ¡Qué bien lo ha expresado el Papa Benedicto XVI en su primera
encíclica titulada precisamente “Dios es amor”. Dice él que hay un amor de
Eros, un amor de Filia y un amor de Ágape. Los tres son buenos y
complementarios: amor de pareja, amor de amigo, amor de Dios. Los tres
se interrelacionan, los tres se ayudan mutuamente a elevar el amor humano
más allá de la atracción física o erótica y más allá del amor de
correspondencia como es la amistad. El amor cristiano nos lleva a la
entrega gratuita, como el amor de Dios.
Como nos cuenta el cuento de este día. Cuando el amor se cierra, cuando el
amor es sólo mirarse el uno al otro sin abrirse a los demás, acaba
muriendo. El amor es pensar en el otro antes que en nosotros mismos, el
amor es procurar la felicidad al otro, sabiendo que en esa búsqueda está mi
propia felicidad. Y es que el amor, cualquier amor, es una preciosa y frágil
planta que hay que regar, cuidar, alimentar, dar fruto y entregar.
En un mundo lleno de amores interesados y egoístas, nos corresponde a los
cristianos comunicar y sobre todo vivir esta dimensión del amor gratuito,
generoso, solidario, sin esperar nada a cambio.
Sólo en esto, dice Jesús, nos reconocerán como verdaderos discípulos. Sólo
así volverán nuestros contemporáneos a fijarse e interrogarse de nuevo al
vernos cómo amamos y cómo nos amamos.
Y para mí ésa debe ser la auténtica renovación de la Iglesia, la verdadera
misión y evangelización. Sin eso, todo lo demás es rito y norma vacíos que
no llamarán la atención a nadie.
¡QUE TENGÁIS UNA SEMANA LLENA DE AMOR, AMOR DE PERSONAS, DE
FAMILIA, DE AMIGOS; AMOR DE SOLIDARIDAD, DE PAZ , DE AMABILIDAD;
AMOR HACIA LOS POBRES; AMOR SENCILLO DE CADA DÍA, AMOR DE
DIOS!