Solemnidad. La Ascensión del Señor
Pautas para la homilia
"ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación".
Ascensión
La liturgia del día relata dos veces estos episodios: Primero en boca de Lucas, al
inicio de los Hechos, y después Marcos al final de su evangelio. La Ascensión no es
en realidad algo distinto de la resurrección, sino que viene a significar el final de
una etapa de experiencias especiales del Señor resucitado, que han disfrutado
creyentes y no creyentes. Podríamos decir que es el “punto de llegada” de la misión
de Jesús (Evangelio) y el “punto de partida” de la misión de la Iglesia (Hechos)
Tras la Ascensión cambió la mentalidad y vida de los apóstoles. Contemplaron que
la lucha y la cruz conducen a la plenitud de la vida, al triunfo de Jesús sobre la
muerte. Nos hace mirar el futuro con libertad y confianza para estar en el mundo al
modo de Jesús; será un cambio desde dentro de nosotros mismos, con un
compromiso personal y colectivo, que se basa en algo tan sencillo como pasar por
la vida haciendo el bien, por amor.
Vocación
La carta a los Efesios presenta unas claves de la comunidad cristiana aplicables a
todos los tiempos: Unidad en el Espíritu de una misma fe, esperanza y amor, con
diversidad de miembros y funciones entre quienes se incorporan personalmente al
cuerpo de Cristo por el Bautismo.
La aclamación doxológica de un Señor, una fe, un bautismo resuena como uno de
los textos mejor formulados del cristianismo primitivo. Aceptar a Dios como único
Padre y Señor es la mejor garantía de que entre los hombres haya fraternidad. La
Ascensión del Señor nos ofrece la certeza de una vida humana que no termina con
la muerte sino en una plenitud del más allá.
La Iglesia ha de mirar al mundo, a la historia y sus culturas para santificarlas en
cuanto que son las gestoras del cambio y desarrollo de los pueblos. Tendrá que
ajustar sus formas de presencia, con nuevos lenguajes y modos de estar en el
mundo sin ser del mundo. Con ambiente pascual y las fuerzas del Espíritu se
adentrará en la tarea misionera que se le encomienda.
Pablo nos presenta un programa denso de vida cristiana: una conducta amable con
todos, manteniendo la unidad porque uno solo es nuestro Padre y uno solo el
Espíritu para todos. En la única Iglesia de Cristo recibimos el evangelio liberador,
conocemos al Señor de nuestras vidas y la experiencia viva de la salvación ya en
este mundo por la fe, la esperanza y el amor.
Misión
Llama la atención del evangelio de Marcos el encargo de la misión del resucitado a
los apóstoles para hacer discípulos en todas las partes del mundo. Jesús indica con
precisión cual será la misión de los discípulos: No solamente enseñar doctrina o
anunciar al resucitado, sino también cuidar otros aspectos que incidan directamente
en el objetivo de la salvación y hacer discípulos de Jesús: dar testimonio, proclamar
el evangelio, implantar comunidades...
Dicha proclamación llevará consigo la realización de unos signos adaptados a cada
una de las situaciones angustiosas de la vida humana. El Reino se hace presente
ahora cuando los discípulos se empeñan en vencer el mal del mundo; fueron
enviados a proclamar la Buena Noticia por todas partes, y el Señor actuaba en ellos
y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
Dentro de la comunidad hay diversidad de ministerios, “para la edificación del
Cuerpo de Cristo”, hasta que lleguemos “al hombre perfecto, a la medida de Cristo
en su plenitud”. La Iglesia ha de descubrir nuevos y claros gestos a favor de todos
los oprimidos, explotados o alienados, con los que darles a conocer el mensaje,
sintonizar y aprender a vivir como Él, en el mundo.
Con el bautismo adquirimos personalmente el compromiso de vivir fielmente en el
quehacer cotidiano. Jesús promete su presencia y ayuda continua; no nos dejará
solos, ni desamparados, seamos muchos o pocos, jóvenes o mayores. Las
comunidades cristianas necesitan descubrir su estilo propio, con matices
diferenciados, inundadas por el mismo Espíritu: Jesús sigue vivo en medio de los
suyos, cada miembro con su propia función, amando, perdonando, sanando, a su
manera...
Fray Manuel González de la Fuente
Valladolid