Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
La paidofilia toca a la puerta
Lo que no se ama, no se logra conocer en profundidad y mucho menos entender y juzgar.
Las únicas que conoce a fondo a un muchacho son su madre y su novia, así esté encerrado
en la cárcel por ladrón o haya conquistado la cumbre de la fama en la política. Sólo ellas
conocen la bondad que esconde el que purga su condena en la cárcel, como las debilidades
del que ganó las elecciones y es aclamado por la gente como triunfador. El amor es un tipo
de conocimiento que engloba, interioriza y acierta. En el orden lógico ya sé que no se ama
lo que no se conoce, pero también es cierto que el que no quiere amar, se incapacita para
conocer.
Para juzgar a la Iglesia católica es preciso amarla primero, si no se quiere correr el riesgo de
emitir juicios castrados. El que no la ama, podrá reconocer la ingente labor social que
realiza en el área de la salud, la educación y la alimentación, pero no es una ONG ni una
asociación filantrópica, sino espiritual. El amor a Dios es lo que la anima y la sostiene.
Para el que no ama, observa que la Iglesia está guiada por el Papa, los obispos y los
sacerdotes, pero eso no significa que se trate de un club de machistas retrógrados que no
quieren ceder espacio a las mujeres en el ministerio sacerdotal. No se trata de privilegios o
dignidades, sino de ser fieles administradores de la gracia que nos llega por medio de
Cristo. No somos dueños, sino cooperadores. La Iglesia no es una empresa, sino un cuerpo
en donde cada uno debe poner sus propias cualidades y dones al servicio de la comunidad.
Para el que no ama a la Iglesia, pasa por alto que no se trata de una institución meramente
humana, sino divina. No comprenderá jamás por qué se mantiene fiel al orden moral
querido por Dios para la salud del género humano, aunque a más de uno le produzca
náusea. En buen plan, ¿qué gana el Papa y sus obispos defendiendo el valor de la vida y de
la familia? Nada, absolutamente nada. Es más fácil quedarse callado ante delitos como el
aborto, o ante desórdenes como son la actividad homosexual o el adulterio. Hoy por hoy el
mundo se escandaliza y se rasga las vestiduras ante la pedofilia, lo mismo que hace unos
años ante la homosexualidad, pero la degradación avanza corrompiendo la razón y lo que
ahora se condena, mañana se reclamará como un derecho.
Este domingo estamos celebrando la ascensión del Señor y es una invitación a mirar hacia
las realidades del cielo, a tener limpio el corazón y poder ver con amor la acción de Dios a
través de la Iglesia. “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”
(Mt. 5,8). twitter.com/jmotaolaurruchi