“Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo"
Jn 16, 16-20
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
En forma algún tanto velada Jesús les habla de su muerte y resurrección. Después de
las enseñanzas que sobre esto les hizo en su vida pública, los apóstoles deberían
haberlo comprendido, pero aparecen con la incomprensión con que se muestran en
otras ocasiones, sobre todo ante el anuncio de grandes misterios. ¿Y qué significa: Yo
me voy al Padre?, decían citando también como incomprensión el que anuncia su ida al
Padre.
Dice Jesús: “Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en
cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo”
Jesús ha de subir al Padre y esta ausencia, le producirá tristeza a sus discípulos, sin
embargo El les recuerda amorosamente que esta desolación y congoja se transformará
en alegría. Precisamente san Lucas, describiendo la aparición de Jesús resucitado a los
Once, dirá que casi no creían en fuerza del gozo Lc 24:41, o como los dice Mateo;
“Partieron ligeras del monumento, llenas de temor y de gran gozo, corriendo a
comunicarlo a los discípulos” Mt 28:8, y será tan profundo y definitivo, que tendrán una
alegría que nadie les podrá quitar.
Y con gozo la visión clara de la fe del plan y de la persona de Jesús, al que ya poseerán
en la plenitud de la fe total, fuerte e indestructible. En la vida de Jesús, encontramos la
amargura que nos produce el recordar su muerte en Semana Santa, sin embargo nos
llenamos de alegría, al amanecer del domingo de resurrección.
Jesús no les oculto la realidad por la cual pasarían sus discípulos, les dijo también
ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría y, nadie les
podrá arrebatar ese gozo.
Así es nuestra vida de cristianos, orientada a las alegrías pascuales, gratos sentimientos
de gozo, como los que hemos sentido en las fiestas del nacimiento de Jesucristo, o
cuando celebramos la fiesta en la que se conmemora la resurrección de Cristo o cuando
percibimos los gozos de la venida del Espíritu Santo.
Decía San Alberto Hurtado hablando de la alegría cristiana: “Es nuestro rostro siempre
una sonrisa ancha y brillante como el sol. Llenar de sol la vida de los demás. Crear
siempre alegría a nuestro alrededor. La vida no es triste sino alegre. El mundo no es un
destierro sino un jardín. El hombre no nace para sufrir sino para gozar. El fin de nuestra
vida no es la muerte, sino la vida.”
La vida cristiana y la alegría son dos realidades íntimamente unidas, nuestro gozo y
alegría tiene una gran opcin, “Jesucristo”. Nuestro gozo es y debe ser fruto de una
experiencia de fe en Dios y de comunión con Aquel que es Camino, Verdad y Vida, él
nos muestra a nosotros cual es el sentido de nuestra vida en este mundo y la felicidad
que nos promete con la vida eterna.
El Evangelio, es la Buena Noticia , es el mensaje de alegría, que nos invita a vivir en el
amor del que nos amo primero. Y este amor, el mismo amor de Cristo, ha sido infundido
en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Por eso nos afirma San Pablo que “el fruto
del Espíritu... es alegría” Nuestra alegría testimonia la profundidad de nuestro
compromiso con el Plan divino. Quien vive su fe con tristeza y abatimiento, no ha
comprendido bien el sentido del mensaje Jesús.
Recordemos cuando el ángel invita a María a vivir la alegría: “Alégrate, llena de
gracia...”. María se llena de gozo en el Señor, pues el Mesías nacerá de Ella por obra
del Espíritu Santo.
Recordemos el cántico del Magníficat, donde se expresa una hermosa palabra de
alegría, María exulta de gozo “en Dios mi Salvador... porque ha hecho en mi favor
grandes maravillas”. Así mismo luego María y José cuando presentan al nio en el
Templo, tanto el anciano Simeón como Ana se gozan en el Espíritu ante la presencia del
Reconciliador.
Recordemos el momento de la Transfiguración , cuando en ese encuentro íntimo con el
Seor mueve a Pedro a exclamar: “Seor, bueno es estarnos aquí” Claro, slo Jesús
puede ofrecer la alegría que nadie nos podrá arrebatar. .
Sin embargo, nuestra vida no está libre de pruebas y dificultades, de incomprensiones y
rechazo, de dolor y sufrimiento. Sin embargo, en medio de estas pruebas no nos
dejemos abatir. San Pablo nos enseña que el cristiano se hace fiel seguidor del Maestro
“abrazando la Palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones”.
“Alegraos en la medida en que participáis de los sufrimientos de Cristo, para que
también os alegréis alborozados en la revelacin de su gloria”
El Señor les Bendiga