Comentario al evangelio del Lunes 21 de Mayo del 2012
Hola, amigos y amigas:
El texto evangélico de hoy corresponde a la parte final del discurso de despedida de Jesús. Esta larga y
compleja pieza literaria, que hemos leído en estas semanas, termina con una firme confesión de fe de
los discípulos: “Estamos seguros de que lo sabes todo y… creemos que has venido de Dios”. Sorprende
que Jesús no responda a esta confesión de fe con una bienaventuranza, como lo hizo en otros
momentos. Al contrario, esta vez responde con una pregunta que refleja suspicacia: “¿Ahora creéis?”
Jesús no se deja llevar por el entusiasmo de sus discípulos y les invita a mirar su fe con más
profundidad y a poner los pies en la tierra. Jesús predice a sus discípulos que lo abandonarán en el
momento más duro y que encontrarán dificultades y dolores que los confundirán.
Pero no todo queda allí, Jesús baja a sus discípulos de las nubes para remitirlos a lo fundamental de la
fe: “os he dicho todo esto para que podáis encontrar la paz en vuestra unión conmigo”. La verdadera
paz no brota de no tener dificultades, sino de estar unidos en todo momento al Señor. Cuando estamos
unidos al Señor, se abren nuestros oídos para escuchar esas palabras que llenan de confianza nuestra
vida: “tened ánimo, yo he vencido al mundo”.
Ya casi al finalizar del tiempo pascual la Palabra del Señor nos recuerda que la Pascua no es una
arenga de entusiasmo ni vanas ilusiones de no tener dificultades. La Pascua es el tiempo en el que no
unimos al crucificado que ha resucitado, es decir, el tiempo para descubrir que, en medio de nuestras
cruces y de los retos que nos cuestan, está presente el Resucitado. Es tiempo para escuchar en el
silencio del corazón las palabras pascuales del Señor: “Tened ánimo, yo he vencido al mundo”.
El cristiano es la persona que ha puesto su confianza plena en el Señor. Aún en las circunstancias en
las que experimenta su propia fragilidad o la fuerza indomable del mal, sabe en quien ha puesto su
confianza: en Aquel que ha vencido el mundo pasando por la cruz. Cuanto más nos unimos a
Jesucristo, más experimentamos la verdad de esta paradoja de muerte y vida, de lucha y gozo, y
encontramos el ánimo para emprender los desafíos de cada día con la fuerza del amor.
Un saludo fraterno
Carlos Sánchez Miranda, cmf.
Carlos Sánchez Miranda, cmf.