VII Semana de Pascua
Introducción a la semana
El declive del tiempo pascual se cierra con dos luminosos golpes de efecto
creyente: en este domingo, es la Ascensión la que nos pone en clave de faena;
en el próximo será Pentecostés o el empuje propio del testigo de Jesús. Las tres
lecturas del domingo son variaciones sobre el mismo argumento, o tres
instantáneas del mismo suceso desde ángulos distintos. Así, los Hechos de los
Apóstoles inician su entusiasta relato con lo mismo que terminó el autor su
evangelio: la ascensión de Jesús al cielo y el inicio del tiempo del pueblo de Dios.
El fragmento de la carta a los Efesios subraya la soberanía universal de Cristo
sobre todo lo creado, tema que el remate del evangelio de Marcos perfila con el
envío a predicar al mundo la Buena Noticia de Jesús, y con los versos finales del
texto de Marcos se indica el cumplimiento de la misión pascual: Jesús va a la
casa del Padre.
Las noticias de los Hechos de los Apóstoles ocupan las primeras lecturas de la
semana. Pablo reivindica el bautismo de Jesús, superador del de Juan, y en
recado dirigido a sus amigos de Éfeso les declara que lo más valioso de su vida
predicadora es cumplir el encargo que le dio el Señor, misión de generosidad
pues hay más felicidad en dar que en recibir. Mediada la semana tenemos ya a
Pablo en dirección a Roma, donde debe declarar, al igual que en Jerusalén, su
fecunda fidelidad a Cristo Jesús. Pero aún le queda a Pablo superar insidias y
conjuras por el evangelio.
El evangelio de estos días sigue siendo el de San Juan y, en concreto, palabras
de despedida y de misión. La Hora de Jesús, acceder a la derecha del Padre,
está próxima. Quizá la perla del largo discurso de despedida del Señor sea el
segmento que conocemos como ‘Oración sacerdotal’ que la tendremos en tres
entregas. En los dos últimos días de la semana, dos fragmentos finales del IV
evangelio con la misión del pastoreo a Pedro y la suerte que corrió el discípulo
amado.
En la semana tendremos ocasión los frailes y hermanas predicadores de celebrar
al Predicador de la Gracia, Domingo de Guzmán, por aquello de la no fácil
presencia de todos nosotros en los días estivales para rendirle nuestra filial
pleitesía. Y bueno es que el sábado, por fin, recordemos a un buen hombre que
hizo del mejor humor una forma de evangelizar y de robar sonrisas a los seres
afligidos. La gracia con mayúsculas, mensaje preferido de Domingo de Guzmán,
y la gracia como actitud creyente al estilo de Felipe Neri, hermosos recursos
para proseguir el camino del Maestro Jesús.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org