“Yo he vencido al mundo”
Jn 16, 29-33
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. POR FIN HABLAS CLARO Y SIN PARÁBOLAS.
A la hora de pasar de este mundo al Padre, los discípulos le dijeron a Jesús: "Por fin
hablas claro y sin parábolas. Pero ¿cuál fue la comprensión entonces de los apóstoles?
Ahora dicen que habla claramente y no en parábolas. ¿Habrían podido comprender
entonces la altura de este misterio? Es verdad que hay grados en ello. Pero algo les
impresionó, hasta el punto de creer que habían penetrado el misterio. Mas esta plenitud
de inteligencia estaba prometida para más tarde, para la gran iluminación que
comenzaría en Pentecostés. Así dice San Agustín: ¿Por qué dicen ellos: Ahora hablas
con claridad y no dices parábolas (que se les volvían a ellos enigmas), sino porque sus
palabras son parábolas para quienes no las entienden, hasta el extremo de no entender
que no las entienden?
Este pasaje es extraño. Los apóstoles creen, gozosamente, comprender este lenguaje
que no es en parábolas, cuando el lenguaje es, fundamentalmente, el mismo que usó
antes, en estos capítulos de san Juan 13:36; 14:2.5.19.27.30; 16:5, y que los apóstoles
dicen que no entendían, san Juan 16:17.18. ¿Hay en ello algún intento del evangelista?
Parece insistir en la necesidad de la venida del Espíritu Santo.
2. ¿AHORA CREEN?
Por eso, ante esta actitud, Jesús les dice: ¿Ahora creen? ¿Cuál es el significado de esta
frase?, ¿será una exclamación de júbilo? Talvez se encontraría ante una profesión de fe
en su filiación divina; o se daría por satisfecho con esta profesión de los Once. Quizás
esto le bastaba por ahora; el Espíritu Santo acabaría de glorificarle en ello. Sin embargo,
no parece esto lo más probable. Primero porque esta revelación sería la luz pentecostal
y porque la contraposición que inmediatamente se hace, anunciándoles el abandono
que harán de El, así es como les dice: “me dejarán solo”, no parece orientar la
interpretación de la frase en este sentido.
Ante la creencia de haber comprendido la enseñanza, debieron de tener, con aquel
gozo, un fondo y presunciones humanas, como en otras ocasiones. Así la frase de
Jesús está matizada de blanda ironía e impregnada de compasiva tristeza. Y les
anuncia su abandono de El, lo que se cumple en Getsemaní.
Jesús les dice; Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada
uno por su lado, y me dejarán solo.
Ellos le abandonarán cuando los poderes de la tierra le prendan, sin embargo El está en
la verdad, El no queda solo: se queda garantizándole el Padre, que está con El. Y Jesús
se los dice: “Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. En boca de Jesús,
estas palabras llevan toda la trascendencia de la filiación divina.
3. DICE JESÚS; LES DIGO ESTO PARA QUE ENCUENTREN LA PAZ EN MÍ.
En el mundo, tendrán que sufrir; pero tengan valor: Yo he vencido al mundo. El se
refiere a todo lo anteriormente dicho, enlazándose, sobre todo, con los pasajes
anteriores en que se habla de persecuciones. El horizonte se amplía: en el mundo malo,
no sólo en su ambiente judío, tendrán persecuciones por causa de Él. Pero que no se
alteren ni teman haber perdido la partida. Se lo avisa para que se gocen con su verdad y
en la esperanza que les abrió. Se lo avisa diciéndoles: “para que encuentren la paz en
mí”.
La paz que ya antes les prometió: mi paz, que no es como la del mundo - Jn 14, 27 -. La
paz, que, para los hebreos, incluye todo tipo de venturas, es sinónimo de la más amplia
felicidad. Que aquí es que se sepan unidos a Él; morando en ellos, y sabiendo que El y
el Padre los aman. Y que tengan, en su derrota, la certeza de su victoria, Y para que
tengan valor, Jesús le dice: porque Yo he vencido al mundo malo. Se ven ya actuar las
persecuciones contra la Iglesia naciente.
4. “YO HE VENCIDO AL MUNDO”.
Con estas palabras, Jesús, completa su discurso previo a la Pasión y, advierte a todos
los que habrán de ser sus discípulos sobre la experiencia del sufrimiento, pero nos deja
una palabra de aliento, para que tengamos fuerza y no desfallezcamos, a sí mimo se
pone como ejemplo: “Yo he vencido al mundo”.
El dolor es una etapa amarga, pero como discípulos de Jesús, habremos de comprender
que solo es una etapa, luego vendrá la gloria que se ha merecido por el dolor sufrido.
Podremos sufrir por nuestros defectos, por incomprensión, en algunas ocasiones
humillaciones, es decir nos hará sufrir el prójimo, disgustos, sinsabores, molestias en el
trabajo, molestia con nuestros propios hermanos de fe. Pero por mucho que sean
nuestros sufrimientos, Jesús, sufrió más que nosotros y está junto a nosotros y, está
sobre todo cuando sufrimos. Esto último, tengámoslo presente, las penas así se llevan
con más suavidad, es decir en medio del dolor, no nos alejemos del Señor, al contrario,
busquemos su compañía, aprendamos de El, recordemos que Jesucristo venció el dolor
al darle un sentido de redención de si mismo y de los hombres.
El Señor les Bendiga