Solemnidad. Domingo de Penrecostés B
CAMBIO EN EL INTERIOR
Por Padre Pedrojosé Ynaraja
Los israelitas tenían unas fiestas, heredadas de antiguas culturas, que habían
enriquecido añadiendo experiencias de su historia de elección divina. Retrocedamos
a la prehistoria y trasladémonos al clima del llamado “creciente fértil” y a un pueblo
que, pese a ser de origen beduino o pastoril, vive principalmente de la agricultura.
La recolección del cereal, es el momento culminante del ciclo anual. Segar, trillar y
beldar, son labores fundamentales para la prosperidad de un pueblo. Y darle un
sentido religioso, una manera de gozarlo.
La cebada es la primera que maduraba y se le ofrecían a la divinidad las primeras
espigas. Al cabo de cincuenta días, fructificaba el trigo y se acudía al mismo rito. En
donde resido, el intervalo entre uno y otro cereal, no pasa de 10 0 15 días, allí, y
en aquel tiempo era más largo. El pueblo de Israel a la primera fiesta le dio el
sentido del éxodo de Egipto a la Tierra Prometida. A la segunda, el agradecimiento
por la entrega de la Ley en el Sinaí.
Los cristianos conservamos las fechas, pero celebramos durante la primera, la
Pascua del Señor y comemos el Pan Sagrado. Reunidos estaban más de un
centenar de discípulos en Jerusalén en la Fiesta de las Semanas, Shavuot, la
llamaban en arameo, Pentecostés, los que se expresaban en griego. Si la primera
reunió un puñadito de fieles del Maestro, a los que encargó que la perpetuasen, la
segunda fue mucho más numerosa. Nos lo dice explícitamente el texto de San
Lucas, que hace referencia a 120, pero los artistas se empeñan casi siempre, en
incluir en sus creaciones a sólo 13 personas, excluyendo, evidentemente a las
santas mujeres que, por importantes que sean estas 13, es decir Santa María y los
apóstoles, no responden a lo dicho en los Hechos de los Apóstoles. No vale la pena
discutir de cifras. Tampoco que os recuerde, mis queridos jóvenes lectores, como
trascurrieron los acontecimientos, ya que el texto es suficientemente explícito y
detallado.
Lo que quisiera es que os dierais cuenta del cambio que se efectuó en el interior de
los asistentes. Hasta entonces, muchos de ellos, habían sido agraciados con la
visita del Señor. Lo que llamamos apariciones. Eran personas que durante su etapa
histórica, le habían acompañado y conocían su doctrina. Habían sido testigos de sus
milagros. Se enteraron de su muerte ignominiosa, precedida por injustas torturas.
Tenían pruebas de que había resucitado. Muchos de ellos, tal vez todos, le habían
visto vivo posteriormente. Siendo así ¿por qué su modo de vida no había cambiado?
Y ¿por qué, y en aquel momento, dio este giro de 180 grados?
Ser fiel del Señor no es tener conocimientos, que nunca sobran, pero que son
insuficientes. Tampoco, cargados de voluntarismo, proponerse obrar como Él
quería, contando exclusivamente, con las propias fuerzas. Los hombres ni somos
buenos ni malos del todo. Unos tiene más tendencia a la bondad que otros, pero
todos estamos lesionados y no tenemos posibilidad de llevar a cabo con éxito,
empresas trascendentes. Debemos reconocer con humildad esta incapacidad
nuestra para, a partir de ella, descubrir los medios y obtener aptitud. Jesús lo había
dicho y repetido: desaparecería de la geografía, pero no nos dejaría solos. Llegaría
su Espíritu, que impregnaría nuestro ser, nos defendería y vivificaría.
Pienso que una buena comparación, es recordar el papel que juega en una persona
carente de defensas y enfermo de leucemia, el trasplante de médula. No solo
curará de momento su enfermedad, sino que impulsará el sucesivo crecimiento de
su vitalidad.
¡Cuántas horas de catequesis! ¡Cuántas reuniones de estudio! ¡Cuántos sinceros
propósitos quedan en nada! Nos creemos prepotentes y luego no somos capaces,
no solo de vencer tentaciones importantes, sino simples costumbres burguesas,
pequeños caprichos personales, que frenan el cumplimiento de lo que nuestra
inteligencia había propuesto a la voluntad.
El Espíritu Santo no es algo separado del Maestro, recordadlo siempre, mis queridos
jóvenes lectores, es la personificación de su fuerza, que debe unirse a la nuestra,
que es insuficiente. Actúa desde nuestro interior, en toda nuestra persona,
transformándola. Tal vez, más que continuar con definiciones, os recomendaría que
os acercaseis al Sagrario o que recogiéndoos en un rincón solitario y silencioso, le
pidierais al Señor que ya que os ha enriquecido con el nacimiento bautismal y os
guarda y protege cada día, os trasmitiera, os trasplantara, siguiendo el símil
anterior, un poco de su Gracia y vosotros os dejarais impulsar por ella. Como el
avión se deja llevar por la energía de las turbinas de sus reactores, vuelvo a
ejemplos de actualidad.
Es preciso no olvidar al Padre, también conocer y tratar de trabar amistad con su
Hijo, que es de su misma esencia e inseparable, para estar preparados y dejar
entrar en nuestro interior la fuerza Personal, que nos permitirá hacer cosas que por
nosotros solos serían inimaginables. Y poder ser felices ya ahora, que no es poco.
Reconoced la suerte que tenemos los que estamos enriquecidos con la amistad con
el Señor, comparándoos con los que viven en otro ámbito religioso, que solo os
podrán hablar de lo que les está prohibido, de aquello que no pueden comer, no
beber. Hablándoos de lo que esperan de la otra vida, pero sin gozar ahora, como a
nosotros nos está permitido, si nos dejamos conducir por las llamadas cariñosas del
Señor Jesús, movidos por su Espíritu.
.