“Cuídalos en tu nombre que me diste para que sean uno, como nosotros.”
Jn 17, 6a.11b-19
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. PADRE SANTO, MANIFESTÉ TU NOMBRE A LOS QUE SEPARASTE DEL
MUNDO PARA CONFIÁRMELOS
Cristo comienza su oración presentando a los apóstoles, que, aun siendo de este mundo,
el Padre, por una elección, se los dió. Y El les manifestó su nombre, que esta por persona,
es decir, les enseñó el misterio de que, en aquel monoteísmo cerrado del Antiguo
Testamento, había un Padre verdadero, del cual El es su Hijo.
Esta presentación tiene por objeto destacar los motivos que los recomiendan a la
benevolencia del Padre en la oración que Cristo le va a dirigir por ellos.
Eran tuyos. Y también lo eran por una elección que el Padre hizo de ellos para su misión
apostólica (Jn 6:37.44.65).
Expuestos los motivos de su plegaria al Padre, comienza por esta invocación: Padre santo.
La palabra padre, en labios de Cristo, lleva, aún en cuanto hombre, el sentido ontológico
de Dios-Padre, ya que El, por su persona, es su Hijo. El calificarle aquí de santo
probablemente se debe a la santificación que va a pedir para los suyos.
2. CUÍDALOS EN TU NOMBRE QUE ME DISTE PARA QUE SEAN UNO
Esta primera parte de la plegaria es como el aspecto negativo de la misma. En su
ausencia, Cristo pide al Padre que los cuide de todo mal. Les hace falta esta protección
contra el mundo hostil. Mientras Cristo estaba, El los cuidaba. Y no pereció, por lo mismo,
ninguno, sino Judas. Pero esto estaba en la Escritura. No fue falta de celo en Cristo por él.
En tu nombre. Pide por la adhesión de fidelidad de ellos a este nombre, persona, del Verbo
encarnado, Hijo, y a su mensaje. Es en esta unión de Padre-Hijo en la que ellos habrán de
perseverar.
Para que sean uno como nosotros. El tema fundamental de esta oración de Cristo por sus
apóstoles esta enunciado arriba. Como este pensamiento lo desarrolla mas ampliamente
en los versículos 22-24, allí se estudia.
La pérdida de Judas. Mientras estaba con ellos, el Buen Pastor miraba celosamente por
Judas. Pero este fue traidor. De los guardados por Cristo solo pereció el hijo de perdición,
semitismo que esta calificando a una persona, que aquí es Judas. Ya Cristo le había
avisado de los malos pasos en que andaba (Jn 6:70) al que deseaba salvar. Por eso,
como justificación de la solicitud de Cristo, se invoca que esta perdición estaba predicha
en la Escritura. No es que ella lo causase, sino que proféticamente lo anunciaba. Era un
problema de libertad, al que afectaba la predestinación y donación del Padre (Jn 6:37.44):
de misterio. Pero la Escritura tenía que cumplirse. En la ultima Cena también se cita un
salmo --Sal 41:10-- como prueba profética de esta traición de Judas (Jn 13:18). Esta
perdición es abandono de apóstol de Cristo; no se trata de su destino.
3. PARA QUE TENGAN MI GOZO CUMPLIDO EN SI MISMOS.
Que gozo es este que Cristo desea que los apóstoles lo tengan pleno o cumplido en si
mismos Esta frase para que vuestro gozo sea cumplido es usada varias veces por Cristo
(Jn 15:11; 16:24) y parece tener un cierto valor proverbial o redundante.
En este contexto se establece relación entre las cosas que Cristo hablo, les acaba de
hablar, para que tengan este gozo. Luego este gozo debe provenirles de estas cosas que
Cristo ora en voz alta para que le oigan.
Y en el contexto inmediato de esta frase se ruega por ellos para que el Padre los guarde
en su ausencia, para que tengan esa unión entre si, con el Padre y Cristo, y al modo de
estos. Esta unión es la adhesión al Padre y al Hijo, garantizada por la guarda que les hará
el Padre; es lo que les hará tener este supremo gozo: fe y caridad firmes con la esperanza
abierta a su ida a las moradas del cielo.
4. QUE LOS CUIDE DEL MAL.
Algunos piensan y discuten si Cristo ruega aquí que los libre del mal o del maligno,
Satanás, ya que esta expresión puede tener ambos sentidos. Parece preferible el primer
sentido el mal, pues, en estos contextos del sermón de la cena, se esta diciendo que el
mundo es malo y que los odia y perseguirá. Por lo que parece que este concepto ha de
prevalecer aquí (Jn 17:14-16). Además, cuando en el evangelio de Juan se habla del
demonio, nunca se lo nombra por el maligno, sino por el diablo o Satanás, o el príncipe de
este mundo El maligno lo usa en las epístolas, pero ninguno de estos textos es la
explicación autentica del nuestro (cf. Jn 13:2.27- 17.)
5. CONSÁGRALOS EN LA VERDAD
Que los consagre, los santifique. Si en la primera parte de esta oración predominaba el
aspecto negativo, en esta predomina el positivo de santificación.
Cristo dice que se santifica a si mismo para que los apóstoles sean santificados en la
verdad y pedirá que los santifique verdaderamente.
El verbo aquí usado por consagrar, significa santificación, que puede ser interna, pero que
también puede ser externa y equivalente a consagración. Muy especialmente se dice de
las victimas dedicadas al sacrificio, y de los sacerdotes del A.T.
El sentido, pues, de esta santificación de Cristo no es otra cosa que su consagración, que
es su dedicación, su entrega al sacrificio de la cruz: su consagración victimal; y, como se
ve por el contexto, se destaca especialmente el sentido meritorio de la misma. Pues Cristo
la hace en provecho de los apóstoles, y precisamente para que sean consagrados
verdaderamente.
El pensamiento es: Cristo se consagra victimalmente al Padre para merecer el que sus
apóstoles sean consagrados, dedicados verdaderamente a lo que pide para ellos
6. TU PALABRA ES VERDAD
¿Cual es la consagración que Cristo pide para ellos? Conságralos en la verdad. ¿Cual es
ésta?, el texto lo dice abiertamente: Tu palabra es verdad.
La palabra de Cristo es el mensaje del Padre; El Evangelio. Precisamente El dirá: “Yo soy
la Verdad.” Lo que Cristo ruega al Padre es que los consagre verdaderamente en su
verdad.
En su sacrificio mereció esta inconmovible permanencia y comprensión de los apóstoles
de la verdad y en la verdad, y ahora pide que les aplique esos méritos que se lograran en
la cruz.
Hasta donde se extiende y abarca esta santificación, no se dice. Pero en ella se incluyen
todas las gracias y asistencias, externas e internas, que son necesarias para estar
consagrados, verdaderamente, en la verdad.
El Señor les Bendiga