Transformación espiritual progresiva para ser uno con Dios.
2012-05-23
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 17, 11-19
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: «Padre santo, cuida en tu
nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba
con ellos, Yo cuidaba en tu nombre a los que me diste; Yo velaba por ellos y
ninguno de ellos se perdió, excepto el que tenía que perderse, para que se
cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y mientras estoy aún en el mundo, digo estas cosas para que
mi gozo llegue a su plenitud en ellos. Yo les he entregado tu Palabra y el mundo los
odia, porque no son del mundo, como Yo tampoco soy del mundo. No te pido que
los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como
tampoco Yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad. Tu Palabra es la verdad. Así como Tú me enviaste al
mundo, así los envío Yo también al mundo. Yo me santifico a mí mismo por ellos,
para que también ellos sean santificados en la verdad». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, gracias por este tiempo que puedo dedicar a la oración. Aunque no soy del
mundo, las cosas pasajeras ejercen una fuerte atracción, pero creo y espero en Ti,
porque eres fiel a tus promesas, por eso te pido la gracia de que me reveles la
verdad sobre mi vida en esta oración.
Petición
Señor, concédeme no tener en la vida otra tarea, otra ocupación, otra ilusión que
ser santificado en la verdad.
Meditación
Transformación espiritual progresiva para ser uno con Dios.
«Sabemos que al final –como vio claramente san Ignacio de Loyola– el único patrón
verdadero con el cual se puede medir toda realidad humana es la Cruz y su
mensaje de amor inmerecido que triunfa sobre el mal, el pecado y la muerte, que
crea vida nueva y alegría perpetua. La Cruz revela que únicamente nos
encontramos a nosotros mismos cuando entregamos nuestras vidas, acogemos el
amor de Dios como don gratuito y actuamos para llevar a todo hombre y mujer a la
belleza del amor y a la luz de la verdad que salvan al mundo.
En esta verdad –el misterio de la fe– es en la que hemos sido consagrados, y en
esta verdad es en la que estamos llamados a crecer, con la ayuda de la gracia de
Dios, en fidelidad cotidiana a su palabra, en la comunión vivificante de la Iglesia. Y,
sin embargo, qué difícil es este camino de consagración. Exige una continua
“conversión”, un morir sacrificial a sí mismos que es la condición para pertenecer
plenamente a Dios, una transformación de la mente y del corazón que conduce a la
verdadera libertad y a una nueva amplitud de miras» (Benedicto XVI, 19 de julio de
2008).
Reflexión apostólica
«La Iglesia es, precisamente, la comunidad de los creyentes en Cristo. Dios “quiere
que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” y,
por ello, instituye la Iglesia, como “sacramento universal de salvación, que
manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre”
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 5).
Propósito
Hacer un examen de conciencia para ver cómo puedo dar mayor gloria a Dios con
los dones que me ha dado.
Diálogo con Cristo
Señor, dejo en tus manos mis preocupaciones. Ayúdame a confiar en tu
providencia, para que la revisión de mis actitudes y comportamiento, me ayude a
vivir lo que creo. Sé que Tú estás conmigo, pero frecuentemente se me dificulta
compartir mi fe con los demás. Dame la fortaleza para hablar de Ti y de tu amor,
especialmente a mi familia.
[Cristo] Él quiere ser “verdad”, tu verdad, por la que luches y vivas
( Cristo al centro , n. 2064).