VIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
JUEVES
a.- 1Pe. 2,2-5.9-12: Sois una nación consagrada.
b.- Mc. 10,46-52: Maestro, haz que pueda ver.
Este evangelio, nos narra la curación del ciego Bartimeo, hijo de Timeo, durante la
última etapa del viaje de Jesús a Jerusalén. Esta ciudad para el autor, no es sólo la
ciudad geográfica, sino la ciudad santa, donde están las autoridades de Israel. Este
ciego pide limosna junto al camino, no estaba en el camino de Jesús, pero había
abandonado Jericó, ciudad mundana. Este hombre, es ejemplo de oración
perseverante, a pesar de las dificultades, se da ánimos, va al encuentro de Jesús, le
pide ver, y la gracia le es concedida, y con gran alegría sigue a Jesús. La delicadeza
de parte del Maestro es haberle hecho llamar y preguntarle: “¿Qué quieres que te
haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha
salvado.” (vv. 51-52). El ciego llam a Jesús “hijo de David, Jesús, ten compasin
de mí” (v. 47), desde la comprensin del dolor, desde la fe, se puede seguir a Jesús
hasta el Calvario, pero algunos lo hacían callar. Esta invocación, es preludio de las
que oirán todos, cuando Jesús entre en Jerusalén aclamado por el pueblo. Le
atribuye a Jesús, el título del mesianismo judío, sabe sólo que ÉL es poderoso. La
súplica del ciego es un grito oracional, que pide la vista de sus ojos, pero también
los del espíritu, para comprender el seguimiento del Maestro Jesús. Por ir a su
encuentro el ciego, lo ha dejado todo, la ciudad, el manto, símbolo de poder, da un
brinco y está como desnudo, dispuesto a lo que se le mande; descubre a Jesús, lo
ve, es el Maestro de Nazaret. Realizado el prodigio Jesús le dice: “Vete tu fe te ha
salvado” (v. 52). Recobrada la vista, el ciego entra en el camino de Jesús, le seguía
por el camino (v. 52). Jesús, ha llenado de luz sus ojos, por esto, le sigue como
otro de sus discípulos. Pidámosle al Espíritu Santo le efusión perenne de su amor,
para con su luz, guíe nuestros pasos en el seguimiento de Cristo Jesús.
El ciego elevo su plegaria ante Jesús y fue escuchado, comprendió la verdad del
seguimiento de Cristo. Teresa de Jesús, luego de su conversión encontró en Jesús
de Nazaret, la luz para su vida, la oración continua fue la vía por donde vino el
Maestro a su vida: “La oracin es adonde el Seor da luz para entender las
verdades” (Fundaciones 10,13).