Comentario al evangelio del Martes 29 de Mayo del 2012
Ayer, junto al joven rico, nos preguntábamos por nuestra tendencia a ser héroes más que santos,
nuestra buena voluntad de querer ir un poco más allá en el seguimiento de Cristo y nuestros temores y
retrocesos cuando lo que Dios nos pide no coincide con lo que nosotros pensábamos dar.
«El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta. Seréis
santos, porque yo soy santo», nos dice hoy la primera lectura.
¿Y cómo hacerlo? El autor de la carta nos da algunas pistas:
No os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia.
¡Qué importante atender a nuestros deseos!, ¡qué importante orar con ellos y en ellos! Una parte de la
tradición cristiana, distorsionada o mal entendida, nos ha hecho previsores y nos ha puesto en guardia
contra nuestros propios deseos, como si fuera una tierra extraña para Dios y su Reino. ¡Nada más lejos!
¡Sólo hay que releer el Evangelio y mirar a Jesús y escucharle… ¡Era un hombre de profundos deseos
que sabía potenciar el deseo más hondo de aquel con quien hablaba!
¿Y tú qué quieres? ¿De verdad deseas seguirme y dar la vida por mí? Dices que lo has dejado todo para
seguirme pero, ¿realmente lo has dejado todo?
Nuestra respuesta será la suma de nuestros deseos y la resta de nuestros miedos. Si no te quedas en
números rojos ante esta sencilla suma y resta, seguirás a Cristo, seguirás dejándolo todo día a día,
porque nunca está hecho de una vez para siempre.
¡Necesitamos que nuestros deseos y sueños sean mayores que nuestros temores! Necesitamos creer que
aquí y ahora, es Dios mismo quien multiplica nuestro deseo y nos lo devuelve multiplicado por cien.
No dice el Evangelio de hoy que recibiremos más en la otra vida, sino en este tiempo, aquí y ahora.
Sólo un pequeño detalle: lo recibiremos con persecuciones… Cierto, pero ¿acaso no merece la pena?
Vuestra hermana Rosa Ruiz,
misionera Claretiana
Rosa Ruiz, misionera Claretiana