Solemnidad. La Santísima Trinidad B
MISTERIO
Por Padre Pedrojosé Ynaraja
Por desgracia, es de triste actualidad, la crisis económica. Es una realidad con la
que topamos en cualquier situación que nos encontremos. Para unos representa
dificultades y abstenciones, pero, a trancas y barrancas, se va tirando. Otros en
cambio, la sufren trágicamente. El pagar el piso, la corriente eléctrica y el agua,
son imperativos cuyo importe es muy superior a los ingresos. En estas estábamos
hablando con un amigo, que afortunadamente no sufre estas angustias, pero que
no dejan de preocuparle por su sentido de solidaridad, humana y cristiana, cuando
derivamos al concepto del dinero. ¿Qué es el dinero? Cuando yo era pequeño,
circulaban los ochavos morunos, las monedas de 5 cts. (perras chicas las
llamábamos) las de 10 (perras gordas) las 25 (carabas) y, al llegar a la peseta, era
un papel que nos explicaban correspondía al oro que guardaba el banco central en
su cámara acorazada y que nos facilitaba no tener que llevar, como los antiguos,
una bolsa pesada de acuñaciones en oro o plata. Ahora, el dinero es un misterio, ya
no tiene equivalencia con lingotes.
¿Qué es un electrón? Después de muchas disquisiciones llegaríamos a la misma
conclusión: es un misterio que manejamos en el ámbito de la energía. Pese a que
no los entendamos, lo aceptamos en nuestro habitual lenguaje.
¿Qué es el cuerpo humano? Un saco de agujeros, entre los átomos constituidos en
moléculas, que tampoco sabemos exactamente lo que son, pero son palabras de
uso frecuente. La realidad de nuestro cuerpo, en continuo intercambio pasajero, es
un misterio. Son simples ejemplos.
Reconocer la existencia del misterio, es una demostración de humanidad. Para los
animales no hay misterios. Y aquí quería llegar, mis queridos jóvenes lectores. Para
aquel que reduce su vida a comer, dormir y… (Omito la palabra para ser correcto)
no existen los misterios, o no los admite. Su mente no tiene dificultades al
respecto, podrá experimentar el placer y la ambición, pero no experimentará la
felicidad plena de cuerpo, espíritu y alma.
Espero no haberos aburrido con esta introducción. Pretendía que entendierais que si
de la Santísima Trinidad decimos que es un misterio, no nos debe molestar, antes
bien: alegrarnos.
Es difícil imaginar, menos comprender o pretender ver, esta realidad. Como es
imposible ver de una ojeada, estando nosotros fijos, una esfera y, pese a ello,
aceptamos como será su cara oculta. Las definiciones que nos pueda proporcionar
la geometría, nunca nos satisfarán del todo.
Dios es único. El hombre en su progresiva evolución, y ayudado por la Divinidad, ha
ido pasando de la intuición de que algo sublime, bello, bueno y verdadero, existe, a
enterarse de que es único, personal y comunicable. El encuentro de Abraham con
Dios en el lugar santo de Siquem y el sacrificio que le ofrece en la encina de Moré,
es importantísimo. Cuando lo visito, está a poca distancia de Nablus, siento una
gran emoción, pues me encuentro en el lugar mismo donde empezó la Historia de
la Salvación. Proseguirá el hombre avanzando y perfeccionándose desde allí y a
partir de este encuentro. El monoteísmo se afianzará más tarde. Finalmente, la
creencia en la total espiritualidad de Dios, la expresará el pueblo hebreo en la
vaciedad del lugar Santísimo, situado en el corazón del Santuario, en su Templo de
Jerusalén. Allí, a diferencia de los templos de otras culturas, no habrá ningún ídolo.
No habrá nada visible, pero sí la presencia divina trascendente.
Llegó la plenitud de los tiempos y nada más podía el hombre aprender con sus
únicas fuerzas. Vino Jesús, primero enseñó a vivir, demostró su honradez y
bondad. Después habló de sí mismo y del Padre. Más tarde de la necesidad de que
su Espíritu nos encontrara. Todo ello es señal de que confiaba en nosotros, que se
confiaba a nosotros. La mayor prueba de cordialidad, es dar a conocer su intimidad,
pese a que el que recibe la confidencia, sea incapaz de entenderla del todo. Que en
la individualidad de Dios, haya Paternidad, Filiación y Espíritu Defensor, nunca lo
hubiéramos logrado descubrir, ni siquiera vislumbrar. Él se ha dignado decírnoslo.
No sabemos lo que es específicamente el dinero, pero nos alegramos de tenerlo. No
sabemos lo que es el cuerpo, pero somos conscientes de que nos permite el gozo
personal. Pese a desconocer lo que es un electrón, la corriente eléctrica nos resulta
imprescindible.
Reconocer el misterio y aceptarlo, no es una carga. Lo repito de nuevo, es un signo
de humanidad, marcador sublime, que nos diferencia de los animales, más que las
distinciones que se puedan encontrar en el código genético.
Si poseer un libro dedicado por el autor nos enorgullece, recibir una carta cariñosa
de alguien importante que nos dice que nos aprecia, nos llena de ilusión, o recoger
un premio aumenta nuestra felicidad, que se nos haya dicho que Dios es Padre,
Hijo y Espíritu, pese a que no nos sirva para nada, es el mejor regalo de amor que
podemos recibir de Él. Aquí radica la grandeza de la fiesta que hoy los cristianos
celebramos, que debe llenarnos de gozo..