Encuentros con la Palabra
Solemnidad de la Santísima Trinidad – Ciclo B (Mateo 28, 16-20)
“(...) bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Andrés Sopeña Monsalve publicó en 1994 un libro llamado: “ El florido pensil ”, en el que
presenta la (des)educación de varias generaciones de españoles de la posguerra en clave
nacionalcatólica. Partiendo de los libros de texto de la época, evoca, con una gracia y un
humor irresistibles, la escuela cotidiana en la que se formaron muchas generaciones
durante la España franquista. Este estilo impregnó la educación en todos los niveles,
incluida la formación religiosa.
Dice Andrés Sopea: “Le temíamos a la clase de catecismo más que a una vara verde.
Menos Fernandito y Tordecillas, raro era el que no salía con la cara caliente. Es que no
podía ser de otra manera, porque, a ver: Dios es nuestro Padre, que está en el Cielo,
¿no? Y estaba bien; lo decías, y te librabas. Pero después don Simón te preguntaba:
«¿Dónde está Dios nuestro Padre?» y tú: «Pues, en el Cielo». Y ¡plas! Tortazo. Que ya no
estaba allí, hombre; que ahora era «En todo lugar, por esencia, presencia y potencia»,
fíjate. Y, de nuevo: «¿Por qué decís que está en los cielos?» y tú: «No, si ya no lo digo; es
que me he equivocado» y ¡plas!, otra vez, que había vuelto: «Porque en ellos se
manifiesta más particularmente su gloria», aclaraba Fernandito. Como en los dioses, que
no me lo había estudiado, pero que lo saqué por matemáticas:
P .: ¿El Padre es Dios? –le preguntaron a Fernandito, que seguro sabía del padre
de quién hablaban...
R .: Sí, padre; el Padres es Dios –para mí, primera noticia.
P .: ¿El Hijo es Dios? –ésta era para Tordecillas.
R .: Sí, padre; el Hijo es Dios.
P .: ¿El Espíritu Santo es Dios?
R .: Sí, padre; el Espíritu Santo es Dios –respondió el Ruiz, que ya le había cogido
el truco a aquello.
P .: ¿Son, por ventura, tres dioses?
Tres, exactamente –respondí yo, que había llevado la cuenta. ¡Y me dio una torta!
Luego resultó que no eran dioses, que eran personas. Y a mí aquello me pareció un
misterio. Que había que verlo, que una era un triángulo con un ojo y otra una paloma, no
recuerdo si con olivillo o sin olivillo. De la otra, ni te cuento; que en mi enciclopedia unas
veces tenía forma de corazón y otras de corderillo; según le pillara el cuerpo,
seguramente. Pero, yo, callado. (...)”.
Las preguntas y respuestas del Catecismo del padre Astete facilitaban el aprendizaje
memorístico de los conceptos clave, aunque no siempre propiciaban una experiencia que
permitiera entrar en contacto con lo que confesamos en nuestra fe. Hoy seguimos sin
entender este misterio de la Santísima Trinidad, “tres personas distintas y un solo Dios
verdadero”; pero nos preocupamos menos por la repeticin de fórmulas y comunicamos la
experiencia con la que sinterizó san Agustín ese misterio trinitario: “Aquí tenemos tres
cosas: el Amante, el Amado y el Amor"; un Padre Amante, un Hijo Amado y el vínculo que
mantiene unidos a los dos, el Espíritu de Amor. En nombre de esta comunidad de amor,
que se necesitan en su diferencia y que no se anulan en una uniformidad ni en una
individualidad estéril, quiere Jesús que seamos bautizados todos sus discípulos.
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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