D OMINGO V DURANTE EL AÑO C ICLO “B”
Ser cristianos es ser seguidores de Cristo...
¿Cómo es un día en la vida de Cristo?
El Evangelio de hoy nos trae un poco de la “agenda” de Jesús: y qué hace?
1) “Después que salieron de la sinagoga”... (que sería lo que para nos la parroquia), y
que refiere especialmente a la Predicación de la Palabra...
2) Consecuencia de la predicación: los milagros ( el poder de la Palabra de Dios !)
3) Jesús en contacto con su pueblo , aquejado de diversos males; sin demagogias ni
populacherismos. No busca la alabanza , no obra por ostentación.
Manda callar a los demonios: no los quiere como mensajeros o apóstoles.
Jesús tampoco busca la “comodidad afectiva” de quedarse donde es querido y
admirado, y por eso huye de la multitud que lo requiere, y sigue predicando sin fatiga
(“para esto he venido”), ayudando y librando de males a cuantos se van cruzando en su
camino.
La popularidad lo tiene sin cuidado; y en todo caso Jesús quiere que su
condición de Hijo de Dios se ponga de manifiesto en la Cruz, y no en los aplausos por
los milagros.
4) “Al amanecer, estando todavía muy oscuro, se levantó, salió, y fue a un lugar
desierto. Y se puso a rezar . . .”
Para Jesús, rezar es algo urgente ...
No le dedica el tiempo que le sobra. . . sino el que le falta .
El anuncio de la Verdad Absoluta, la única que salva (Evangelio, evangelizar)
no es un simple acto de propaganda, que dependa de las fórmulas que se utilizan o de
los resortes psicológicos que se manejan para atraer multitudes. Tampoco es una clase
magistral que dependa de la buena preparación o de la retórica del predicador...
Anunciar a Cristo con nuestro testimonio y nuestras palabras es ser instrumento vivo
de la voluntad salvífica de Dios.
Y este anuncio no es para el cristiano algo “optativo”: “Ay de mí, sino
anuncio el Evangelio” (II da. Lect.).
En un juicio, quien calla la verdad es ¡cómplice!
¿Y nosotros, frente al cotidiano juicio del mundo?
Pero no podremos hacer esto si no estamos en permanente y fluido contacto con
Dios, por medio de la oración y de los sacramentos.
Tenemos que repetir estas cosas en un mundo que, metido en un ritmo
enloquecedor de actividad, ha perdido el sentido del silencio, de la reflexión, de la
contemplación, y de la oración.
Si no hacemos algo, el panorama que se presenta para las generaciones más
jóvenes es aún peor.
Algunos sondeos hechos sobre la educación en nuestras escuelas, entre otras
cosas lamentables, muestra que muchos son incapaces de comprender lo que leen .
No es difícil advertir varios factores en esta crisis: proyectos educativos
nefastos, que recogen en materia pedagógica, la última estupidez de la moda, y
desechan sistemáticamente los métodos y proyectos anteriores, simplemente por
considerarlos pasados de moda;
además, la familia parece haber renunciado a su papel de educadora, y se desliga a
favor de otras instituciones, que ayudan, pero no reemplazan.
la pérdida del sentido de disciplina, la responsabilidad y el esfuerzo, que generan, en
lo personal, dificultades para asimilar y comprender, y en lo social, actividades
agresivas y violentas;
por otra parte, la creatividad y la iniciativa, en muchos órdenes parecen estar
encaminadas no para expresar y plasmar la verdad y el bien, sino lo raro, lo
extravagante, lo llamativo, lo prohibido (“ser transgresor”), lo inmoral (o peor, a-
moral!).
Se podrían mencionar otros factores... pero desde el Evangelio de hoy, quiero
insistir en la incidencia que tiene en nuestras vidas la falta de espíritu de oración .
Quien reza tiene en sus manos el timón de su vida, y la dirige con la ayuda del
Señor hacia la plenitud.
Pero quien no reza, es como una hoja seca que cualquier viento lleva a cualquier
parte(¿libre? no: muerta ...), y que va por la vida sin ningún sentido, sin metas,
ahogándose en el cúmulo de problemas cotidianos, esclavo de las modas, del que dirán,
de la religiosidad “trucha” de los falsos pastores, manosantas y parapsicólogos... Con
este panorama, en el que sólo la utilidad inmediata a la vista es criterio de verdad, la
vida pierde todo sentido, y el corazón clama cosas tan amargas como Job en la Iª. Lect.
+ Pongamos en la balanza: cuánto tiempo dedicamos al
- descanso
-T.V.
- Comidas.
-Conversaciones inútiles.
...
¿Y cuánto a la oración? ¿Con cuánto fervor ?
Estamos a gusto con Él? O “despachamos a Dios”
¿Con cuánta preparación? preparamos las fiestas, el asado, las cosas que nos
interesan...
¿Con cuánta fe ? ¿Creemos más a Cristo, o al psicólogo...?
El mundo se dividirá cada vez más entre los que rezan, y saben donde van ,
y quienes, porque no rezan, no saben a donde ir.
¿Y cómo rezamos?
“Tratar de amistad con quien sabemos que nos ama” (Sta Teresa)
Cada día tenemos que aprender a rezar.
Cuando no se reza, Dios se transforma en un “desconocido” (¡Y así nos va!).
+ María, Madre orante, nos guíe y ayude.
Amén!
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel