D OMINGO III DE P ASCUA (C ICLO “B”).
+ Jesús disipa totalmente las dudas con respecto a su Resurrección.
Él es el mismo que estuvo colgado en la Cruz, muerto y traspasado.
Apartadas la duda y la tristeza, sobrevienen la certeza y la alegría .
+ Luego Jesús les ilumina la mente , para que quienes lo veían con los ojos del
cuerpo pudieran contemplarlo también “con los ojos”, con la mirada de la inteligencia
iluminada por la Fe: les hizo comprender las Escrituras , para que se diesen cuenta de
que todo se había cumplido de acuerdo a los planes de Dios (particularmente, las
profecías ).
La muerte de Jesús significó no un fracaso, sino triunfo. No se ha eludido a
la muerte: se la ha enfrentado, y Cristo la ha derrotado.
Todo se ha cumplido, en relación a Cristo y su Misterio.
+ Pero todavía queda algo para cumplir: “(Ev.) se debe anunciar la
conversin para el perdn de los pecados a todos los pueblos...” se trata, nada
menos, que de la misión evangelizadora de la Iglesia .
La alegría pascual de Cristo resucitado debe invadir al mundo entero...
Cuando todos los hombres gocen de esta Buena Noticia, podremos pensar que
el plan de Dios se ha cumplido.
Por eso, como para disipar dudas al respecto, Juan Pablo II ha dicho: “La
misión está recién en sus comienzos” ...
Cada hombre está llamado a ser cristiano...
Y el mundo entero está llamado a ser Iglesia (es la vocación del mundo). En
otras palabras, Todos los hombres están llamados a ser familia de Dios.
+ Y esto debe comenzar por la “ conversión ”, para el perdón de los pecados...
Y conversión es vida nueva (no simplemente “mejor”).
+ Cristo Resucitado no es un “fantasma”, una presencia débil e inconsistente.
No es una “idea” (y menos una “ideología”).
En los Evangelios, las apariciones del Resucitado incluyen siempre tres
momentos claves:
1) Alégrense!
2) No tengan miedo!
3) Vayan!
El que nos ordena hacer esta tarea inmensa de la evangelización (o la misión )
es el Todopoderoso , que nos da la orden y también la fuerza , la palabra y la eficacia .
No es un “prócer” cuyo buen nombre perdura... es El Viviente.
+ El mundo necesita más que nunca de la alegría de la Resurrección, porque
sufre terriblemente los dolores del pecado . Nosotros debemos ahora completar el
cumplimiento de las palabras de las Escrituras: es el tiempo de nuestra misión.
+ Vivamos ya desde ahora esa vida de resucitados , para contagiar al mundo
de esa alegría que sólo en el Señor se puede encontrar.
La vida es para buscar a Dios;
la muerte para encontrarlo ;
la eternidad para poseerlo .
Vivamos del tal modo que entremos al cielo “acompaados”...
Amén
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel