Solemnidad. La Santísima Trinidad, Ciclo B
La Palabra: Bautizados “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”
(evangelio).
1. Convivir no es algo añadido a la condición humana; la relación con los otros es
algo esencial porque sin ella no hay posibilidad de realizarnos como personas. Sin
embargo, la convivencia es uno de los mayores problemas que tenemos en las
familias, en la sociedad y en la misma religión. Continuamente surgen las
tendencias a ser más que los otros, a estar por encima y dominar a los demás. Esas
tendencias se manifiestan en el ámbito de la familia, en la organización económica,
en el entramado de la política e incluso en el mundo religioso. En todos esos
campos las personas pueden ser avasalladas, ignoradas u oprimidas.
2. Cuando mujeres y hombres hoy van entrando en la mayoría de edad y son cada
vez más conscientes de que deben ser ellos mismos, es natural que se busquen
alternativas económicas y políticas que, de algún modo, corrijan los abusos que
conlleva la ley del más fuerte. En cada pueblo y a nivel internacional, en la
organización económica, política y religiosa, se buscan estructuras que garanticen
unas buenas relaciones sociales, en el respeto mutuo, en la justicia y en la
solidaridad. El éxito de esa búsqueda exige una versión renovada en el ejercicio del
poder y de la autoridad, en la cual ellos estén en función de dar un verdadero
servicio a favor de todos, con atención especial a los más débiles e indefensos.
3. En medio de tantos abusos de poder que ahora está sufriendo la humanidad que,
sin embargo, anhela y busca llegar a ser fraternidad respetando la peculiaridad de
cada uno, celebramos que Dios es comunidad de personas que no anula ni reprime,
sino que afirma y promueve la singularidad irrepetible. En su conducta histórica
Jesús de Nazaret, a quien los cristianos confesamos el Hijo de Dios, vive apoyado y
sostenido por el Padre y por el Espíritu. En esa conducta, la Iglesia encuentra buen
fundamento para confesar que Dios, siempre inabarcable, se ha manifestado como
Padre, Hijo y Espíritu. Comunidad de personas que se relacionan no con la lógica de
dominación, sino en la gratuidad del amor que afirma, sostiene y apuesta por el
otro. La Iglesia es la comunidad de quienes se han bautizado en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y que aceptan realizar su existencia en ese
dinamismo comunitario, ¿no será esto la mejor aportación que podemos hacer los
cristianos a nuestra sociedad cubana?
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net