L A S ANTÍSIMA T RINIDAD ( CICLO “B”)
+ Misterio central de nuestra fe, fuente de todos los dones , las gracias y las
bendiciones . Misterio de la vida íntima de Dios, que Él despliega ante nosotros
para compartirla.
+ En el Antiguo Testamento, la cercanía de Dios llenaba de euforia al pueblo
de Israel. Y Él, con una pedagogía divina, fue revelando toda la riqueza de su Ser.
Así, se manifestó como el Único Creador y Señor (Iª lect.), alejando la concepción
politeísta entonces reinante, de “dioses” que daban lástima... y que no podían salvar a
nadie.
Dios fue manifestándose también como Aquél que no está limitado a un lugar:
Infinito, Inmenso : lo llena todo; ni está limitado por el tiempo: Eterno ; con un poder
sin límites ( Omnipotente ).
Pero también se manifiesta como un Pastor que cuida con amor de su pueblo;
como un Padre que cuida de sus hijos; y en la plenitud de los tiempos, Jesucristo, el
Hijo Unico de Dios nos muestra como nadie esta realidad de que Dios es Padre,
Hermano, Amigo: Dios Padre es nuestro Padre, Dios Hijo es nuestro hermano ;
Dios Espíritu Santo es nuestro amigo íntimo (“Dulce huésped del alma...”).
Cristo nos revela la intimidad divina de un Dios que no es solitario, que es
Amor , y que vive en “compañía”, en Comunión divina : “un solo Dios, un solo
Señor, no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de la única divina
naturaleza...”. El dogma de la Santísima Trinidad puede iluminar con gran fuerza el
particular momento histórico en el que nos encontramos, pues los rebrotes de
fundamentalismo que se han desatado con tanta fuerza tienen como plataforma una
concepción de la divinidad que, porque monolíticamente sola y autosuficiente,
difícilmente puede estimular a sus seguidores al diálogo y a la apertura...
+ En Cristo, Dios no es un Dios solamente “cercano”: ahora se ha hecho
íntimo . Es uno de los nuestros. El Amor, que hace que los que se quieren se
parezcan, ha hecho que Dios al crearnos, nos haga semejantes a El; y para redimirnos,
se haga semejante a nosotros... Dios, que siempre nos ama primero , desde antes,
desde siempre es Padre: nuestro Padre ; es Hijo: nuestro Hermano; es Espíritu Santo
que viene a vivir en nuestros corazones y nos hace ser templos vivos de la Santísima
Trinidad.
La intimidad de Dios sale a nuestro encuentro en cada momento de la vida, en
toda la vida, “de punta a punta”: somos bautizados para el nombre del Dios Uno y
Trino; en este mismo nombre trinitario nuestros pecados son perdonados... La señal
de la Cruz y el Nombre tres veces Bendito de Dios nos acompañan desde el
nacimiento hasta el Cielo. Y el Amor hace que nosotros seamos de Dios... y Dios sea
nuestro.
Hoy somos invitados a tratar con intimidad a cada una de las Tres Divinas
Personas, es decir, a rezar , que es lo mismo que decir compartir libremente nuestra
vida con las Tres Personas que más intimidad tienen con nosotros, y con quienes
viviremos eternamente en el Cielo.
+ En el Evangelio de hoy, San Mateo nos revela el misterio de la Trinidad a
partir de la resurrección de Cristo y en el contexto del mandato de bautizar. Así, la
Palabra de Dios nos advierte que este misterio no nos es dado para alimentar
nuestra curiosidad ni para que nos quedemos preguntándonos como es posible. El
que podamos conocer la intimidad de Dios es signo de su Amor y de su predilección
por nosotros (pues la revelación de la propia intimidad es signo de gran confianza: Jn.
15, 15)
Recordemos la responsabilidad de nuestro compromiso bautismal: el
inmenso regalo de poder compartir nosotros la vida trinitaria exige por nuestra parte
una respuesta de verdaderos “amigos”.
Si todos somos hijos (IIª lect.) y tenemos un único Padre, al mismo tiempo
que sabemos que el Señor espera nuestra respuesta, nos debemos sentir deudores para
con nuestros hermanos los hombres, hijos también del mismo Padre.
hija de Dios Padre
+ Que María
Madre de Dios Hijo
Esposa de Dios Espíritu Santo
nos enseñe a encontrar siempre nuestra alegría (como ella) en nuestra
intimidad compartida con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel