Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 9, Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse
las manos * No es Dios de muertos, sino de vivos
Textos para este día:
2 Timoteo 1,1-3.6-12:
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa
de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia,
misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados,
porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Por
esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse
las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de
energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor
y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la
fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos,
sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de
Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador
Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del
Evangelio. De este Evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y ésta
es la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé
de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para
asegurar hasta el último día el encargo que me dio.
Marcos 12,18-27:
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay
resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: "Si a uno se le
muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé
descendencia a su hermano." Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y
murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo
mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer?
Porque los siete han estado casados con ella."
Jesús les respondió: "Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el
poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán
como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído
en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: "Yo soy el Dios
de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"? No es Dios de muertos, sino de
vivos. Estáis muy equivocados."
Homilía
Temas de las lecturas: Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse
las manos * No es Dios de muertos, sino de vivos
1. Gracia, Misericordia y Paz
1.1 El saludo de Pablo a su querido discípulo Timoteo es una buena síntesis de la
vida cristiana en su dinamismo en el tiempo: gracias, misericordia y paz.
1.2 La gracia habla del pasado y la redención recibida, pues "por gracia hemos sido
salvados" (Ef 2,8). La misericordia habla del presente, en aquello que Dios nos
concede, porque "de generación en generación es su misericordia para aquellos que
le temen" (Lc 1,50), y también en el presente de lo que hoy quiere Dios de
nosotros, pues nos dice: "misericordia quiero, y no sacrificios" (Mt 9,13). La paz, en
cambio, apunta siempre hacia el futuro, porque está escrito del Mesías: "Él será
nuestra paz" (Miq 5,5).
1.3 De modo que aunque toda nuestra historia personal y comunitaria está
marcada por la gracia, la misericordia y la paz, también es verdad que estos tres
nobles deseos son como un resumen del camino que vamos recorriendo escoltados
por la gracia y atraídos por la paz.
2. Reaviva el Don
2.1 Pablo invita a su discípulo a "reavivar el don recibido." De esta sencilla
exhortación aprendemos que lo que Dios nos ha dado es como una semilla y que
estamos llamados a cultivarla. En otro sentido, queda sugerido aquí que es posible
dejar morir o por lo menos dejar a la obra de Dios empobrecerse y marchitarse en
nosotros.
2.2 Preguntas: ¿hemos dejado morir dones de Dios en nosotros? ¿Qué cosas
buenas o prácticas de piedad sanas hacíamos y nos traían mucho bien, pero hemos
dejado de hacer? ¿Qué obras de misericordia dejamos de practicar? ¿Qué puertas
abiertas para hacer el bien estaban muy abiertas pero no las franqueamos?
Fr. Nelson Medina, O.P.