Solemnidad. Santísimo Couerpo y Sangre de Cristo. B
CORPUS CHRISTI
Por Padre Pedrojosé Ynaraja
Os puede parecer, mis queridos jóvenes lectores, que una empresa tendrá buen
porvenir, si fabrica mucho y vende aún Pues, no. Una entidad que se ciñera
únicamente a ambas cosas, fracasaría. En el organigrama de la firma, debe haber
un departamento de control de calidad de materias primas, otro del de producción
y, probablemente, acudirá también a una consultoría y a cierre periódico por
inventario.
Si bien nuestra Fe la celebramos fundamentalmente cuando nos reunimos en torno
a la Palabra y al Altar, podemos caer en la rutina y el olvido de lo que hacemos, de
aquí la finalidad de la fiesta de hoy. Todas las misas son celebración ritual y
recepción del Cuerpo de Cristo. El Año Litúrgico, según normas, sigue y celebra la
vida histórica de Jesús. Los hechos concretos y sucesivos. El de la institución de la
Eucaristía, es un acontecimiento incluido en la misa del Jueves Santo. Ahora bien,
esta fiesta está repleta de contenidos. Acordaos del signo de lavar los pies a los
Apóstoles, como prueba y enseñanza de humildad y servicio. La revelación del
Amor de caridad, que debe ser la dinámica de la vida cristiana. El conocimiento que
aquel día se nos da de la relación que hay entre el Hijo y el Padre. La institución del
sacerdocio ministerial. El descubrimiento que Jesús prevé de su próxima entrega,
tortura y muerte, le emociona, siente angustia por el que le traicionará, miedo al
sufrimiento, pena porque no volverán a reunirse en celebración pascual. Si uno
quiere aprender con profundidad, es preciso que estudie por separado estos
contenidos.
Hoy la Iglesia pone el acento en la Eucaristía, quiere que hagamos balance de lo
que hemos atesorado y proyectemos el futuro respecto a lo que es memorial (no
confundir con memoria, recuerdo) de lo que hizo en el Cenáculo, que es alimento
espiritual para todos. Hoy en día en el aspecto biológico se habla mucho de
alimentación equilibrada y sana, que, sin duda, es importante, pero de mayor valor
es aquel Alimento, superior al maná del desierto, que da fuerzas para seguir
viviendo con Esperanza, gozando de felicidad auténtica, sin que falte por lo menos
una pizca de dolor, enderezando nuestros errores e iluminando nuestra ruta hacia
la Eternidad.
Dice Guy de Larigaudie: no deberíamos decir nunca: tal día iré a comulgar. En todo
caso: tal otro no comulgaré. Lo lógico es que el cristiano lo haga diariamente. Lo
podía decir a los demás, él que debió levantarse muy temprano para ir a la misa
que celebraba un misionero, cuando permaneció, gozando plenamente, en las
preciosas y voluptuosas tierras de Taití. Y afirmará en otros lugares, que si ha
conservado la Gracia, pese a frecuentar los más diversos y peligrosos ambientes,
léase Hollywood y ricachones americanos, ha sido porque nunca ha dejado la
Eucaristía.
Quien bien come, se capacita para bien vivir.
No os extrañe, mis queridos jóvenes lectores, que tantas veces os mencione a Guy
de Larigaudie y ahora añado que, si bien escribió varios libros que se editaron, lo
mejor de él, es el simple borrador de un proyecto. Pensó en comunicar su
experiencia espiritual. Ya le había puesto título: Etoile au grand large. En español se
publicó como: Buscando a Dios y acabo de comprobar que todavía se conserva el
texto por internet (no es pirata, se encuentra simplemente a través del google). Es
un librito de pocas páginas. Al ser un borrador tiene párrafos sublimes y otros
solamente apuntados. La carta que encontraron en el bolsillo de su guerrera,
dirigida a una monja amiga, cuando sabía que estaba a punto de morir en el frente
de batalla (2ª guerra mundial) es un testimonio de vida mística, sumergido en la
aventura humana más apasionante.
No os voy a comentar las lecturas de la misa de hoy, resultaría muy largo. Sólo
pondré el acento en lo que dice el Señor a continuación de la institución de la
Eucaristía. Tanto con el Pan en las manos, como con el Vino en el cáliz, invita a
comerlo y beberlo. No hay otra exigencia que la limpieza, Él acababa de lavarlos. Ni
ganas ni conocimientos son precisos.
No es necesario haber estudiado teología sacramental, ni ser capaces de prestar la
atención debida al momento. La ignorancia de los Apóstoles, en aquel momento, el
del Cenáculo, no superaría ninguna prueba de las que muchas veces se exigen en
las catequesis hoy. Lo ignoraban casi todo al respecto, pero confiaban totalmente
en la rectitud y bondad del Maestro. Era cuestión de serle fiel.
Os confío, mis queridos jóvenes lectores, que cuando muchos me han preguntado
cómo es que he permanecido fiel a mi sacerdocio, siendo así que bastantes
compañeros de mi generación, inquietos y trabajadores por el Reino, lo
abandonaron, siempre he contestado: con ganas o sin ganas, muy despierto y
fervoroso o soñoliento y cansado, no dejo nunca de celebrar misa. A veces lo hago
yo sólo en mi iglesita, y alguna a pocos minutos de que el reloj marque el final de la
jornada. Son excepcionales los pocos días que en mi larga vida, no he podido
hacerlo y más frecuentes los que, por fidelidad al ministerio, lo haga más de una
vez en la misma jornada