DOMINGO XIII, CICLO “B”
+ Contemplamos hoy dos curaciones muy especiales:
No se trata simplemente de dos enfermas a las que el Señor cura, pues la
situación de cada una de ellas es muy significativa :
La mujer que se acerca a Jesús por el camino tiene una “cierta hemorragia”,
algo muy vergonzoso y muy penoso para una mujer en los tiempos de Cristo, no sólo
por las consecuencias de la enfermedad misma, sino por las consecuencias sociales y
religiosas: las mujeres así enfermas eran consideradas “impuras” con todas las
consecuencias que esto tenía en el trato con los demás; en relación al culto y a los
actos religiosos, eran equiparables a leprosas; su vida no era vida. Esta mujer debía
estar siempre alejada de todos, oculta, con una vergonzosa enfermedad (como si ella
fuese culpable). Por eso “se esconde y siente vergüenza” en el relato del Evangelio.
Por otra parte, la niña, que gravemente enferma, muere. Y también los muertos
eran considerados impuros, por lo cual no se podía ni tocarlos. Además, la muerte
implica separación. Se pensaba que los muertos estaban totalmente al margen de
Dios.
Se trata entonces de un encuentro de Jesús con la muerte, que adopta dos
formas distintas: una “muerta en vida”, y una muerta físicamente. Y ante este
panorama, Jesús mostrará su poder.
+ Es fundamental, para comprender más perfectamente el Evangelio de hoy que
no nos quedemos solamente con los hechos milagrosos, sino que veamos su
significado :
 Estos dos relatos nos muestran de algún modo la verdadera situación del
hombre en el mundo, y lo que significa el encuentro con Cristo. Comúnmente
pensamos que los muertos están en el cementerio, y los vivos afuera… en realidad,
muertos son los que han roto todas sus relaciones con Dios y con el prójimo ,
aunque anden caminando por las calles o rodeados de gente… Muerto está quien está
triste porque no encuentra el sentido de la vida, quien está sumergido en la vergüenza
y el miedo, quien no tiene ánimos para vivir…Ése de algún modo está muerto
(aunque todavía respire).
 Y los verdaderos vivientes son los que están abiertos a la fe y al amor , que
extienden a su alrededor vínculos de amor y amistad, que reflejan la alegría y la
confianza de quien se halla unido a Jesús. Todo esto es cierto incluso para quienes
no están entre nosotros (“ No son muertos los que descansan bajo la losa fría;
muertos son los que tienen muerta el alma, y viven todavía”).
+ No nos engañemos: si estamos lejos de Dios, estamos muertos: mal con
nuestro Creador, y casi como una consecuencia lógica casi siempre mal con el
prójimo, sin alegría ni confianza, sin amor verdadero…
Si no nos convertimos antes de que el Señor nos llame, esta muerte se convertirá
en eterna, y por ende irremediable.
Jesús enviado por el Padre “para que tengamos vida, y la tengamos en
abundancia” , nos libra de ambas muertes. La salvación no es sólo una promesa para
la otra vida : se manifiesta ya, ahora , cuando el cristiano, el hombre de fe comienza a
vivir en la alegría y el amor, con confianza, sin temores ni verguenzas. Para quien
tiene esta vida, la muerte física será un “estar dormido” (Evangelio.), para despertar
a la Vida Eterna con Dios.
Pero para eso debemos estar unidos a Jesús. Por grandes que sean nuestros
pecados, por horribles y vergonzosos que parezcan, por más enraizados y arraigados
que se encuentren, Jesús en la confesión los borrará y perdonará…
Cristo es el Viviente, y nosotros con Él, por Él y en Él… Si estamos cansados,
tristes, sin amor y sin confianza; si sentimos vergüenza de nuestros pecados y temor
de que nuestra muerte sea eterna, volvámonos a Jesús, con la fe de la mujer
(Evangelio)… reconozcamos a nuestro salvador, tengamos fe y Él nos dará la vida .
Amén.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel