Jn 10, 27-30
27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. 28 Yo les
doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.
29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos,y nadie puede
arrebatar nada de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.
COMENTARIO
Ovejas de un Buen Pastor
1.- El texto del evangelio de san Juan es, digamos, en lo extenso, más bien
poca cosa. Sin embargo, el contenido del mismo es, en lo teológico, grande
e impagable.
2.-Jesús está instruyendo a sus discípulos en los puntos sobre los
que debe sustentarse su vida espiritual . Por eso, en un momento
determinado, les habla, digamos, de quien se dirige a ellos como el Hijo de
Dios y así ha de ser bien entendidas aquellas palabras.
3.- Es muy importante que aquella persona que acompañaba a los que le
seguían diga lo que es una gran Verdad: Jesús y Dios son uno y, por lo
tanto, no puede haber separación de personas siendo, junto con el Espíritu
Santo lo que denominamos, con legítimo gozo, Santísima Trinidad.
4.- Pero les dice algo que es muy importante y que todos deben entender.
Y son tres realidades espirituales que, de ser olvidadas, dejarían de dirigir la
vida de aquellos que lo seguían: quién es oveja de aquel Pastor; a
Quién conoce el Pastor y, por último, nadie puede hacer posible que
quien es oveja de aquel Pastor deje de serlo… si no es, claro, por
voluntad propia .
5.-Es oveja de aquel Pastor quien , de motu proprio, acepta seguir a
Jesucristo, su mensaje y cumplir su doctrina. Tales personas pueden
considerarse, entonces, parte del rebaño de Dios que tiene, en Jesucristo, a
un Buen Pastor.
6.-Por ser Dios Creador conoce, lógicamente, a todas las ovejas que
forman parte de su rebaño . Por eso Jesús, Dios hecho hombre, tiene
conocimiento de todas a las que, además, no abandonará nunca y a las que
nadie puede arrebatar de su mano. La fuerza espiritual de Dios está con Su
Hijo y eso ha de definir lo que supone tan total pertenencia.
7.- Pero no sólo les dice eso. Además, las ovejas que siguen al Buen
Pastor les han sido dadas por Dios . Y eso supone, además, una
encomienda de cuidado de Jesús hacia las ovejas. Es, digamos, una especie
de depósito espiritual que Cristo ha de devolver al Padre y por eso siempre
procurará que nadie las arrebate.
8.- Pero no es que Jesús, por sí mismo, sea capaz de sostener, bajo el
manto de sus manos, al rebaño que le ha dado Dios sino que el Padre, Su
Padre y el nuestro, es Quien, en verdad, las/nos retiene en el
corazón de Jesucristo . Ahí radica la fuerza que, espiritualmente, hace
imposible el arrebatar a los discípulos del Maestro.
9.- Sin embargo es en cada uno de nosotros, discípulos de Cristo, en
quienes radica la posibilidad de permanecer en el rebaño que
pastorea el hijo del carpintero con mano amorosa y misericordiosa o, al
contrario, abandonar su calor y adentrarnos, mar adentro, en las tinieblas
del mundo.
Y, entonces, ni siquiera Cristo puede retenernos sino, en todo caso, salir a
buscarnos cuando nos hayamos perdido, como sucede, de ordinario, con el
pastor.