XI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
"De la más alta rama del tronco de David suscitó el Señor un renuevo"
Ez 17,22-24: "Ensalzo los árboles humildes"
Sal 91,2-3.13-14.15-16: "Es bueno darle gracias al Señor"
2 Co 5,6-10: "En destierro o en patria nos esforzamos en agradar
al Señor"
Mc 4,26-34: "Era la semilla más pequeña, pero se hace más alta
que las demás hortalizas"
El profeta Ezequiel anuncia que Dios se ocupará de dejar una rama verde de la que
brote el Mesías, plantada "en un monte elevado". Y todos los pueblos se reunirán
en Jerusalén ("aves de toda pluma"); y todas las naciones ("todos los árboles
silvestres") reconocerán que todo ha sido obra de Dios.
"La semilla germina y va creciendo sin que el labrador sepa cómo". El Reino de Dios
no llega de repente, sino que va creciendo a partir de unos comienzos ocultos. Pero
siempre por obra divina. La presencia violenta del Reino de Dios habría sido
interpretada como en consonancia con los medios soñados por los notables de
Israel.
Lo importante no es el tamaño de la semilla, sino su desarrollo; ni lo diminuto que
nace el Reino, sino lo enorme que llega a hacerse.
Cuando se intenta hoy explicarlo todo, incluso lo religioso, como un fenómeno
surgido de situaciones comprensibles y humanas, no se puede encajar, pese a todo,
ni el crecimiento de lo pequeño, ni la relevancia de lo que muchos desprecian. Sin
embargo, lo pequeño tendrá sitio entre los hombres siempre que ellos sean
sencillos.
— El anuncio del Reino de Dios:
"El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir, a los que lo acogen con
un corazón humilde. Jesús fue enviado para «anunciar la Buena Nueva a los
pobres» (Lc 4,18). Los declara bienaventurados porque de «ellos es el Reino de los
cielos» (Mt 5,3); a los «pequeños» es a quienes el Padre se ha dignado revelar las
cosas que ha ocultado a los sabios y prudentes. Jesús, desde el pesebre hasta la
cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre, la sed y la privación. Aún
más: se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo hacia ellos
la condición para entrar en su Reino" (544).
— "Todos los hombres están llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer
lugar a los hijos de Israel, este reino mesiánico está destinado a acoger a los
hombres de todas las naciones. Para entrar en él, es necesario acoger la palabra de
Jesús" (543).
— Los cristianos y la búsqueda del Reino de Dios:
"La petición cristiana está centrada en el deseo y en la búsqueda del Reino que
viene, conforme a las enseñanzas de Jesús. Hay una jerarquía en las peticiones:
primero el Reino, a continuación lo que es necesario para acogerlo y para cooperar
a su venida. Esta cooperación con la misión de Cristo y del Espíritu Santo, que es
ahora la de la Iglesia, es objeto de la oración de la comunidad apostólica. Es la
oración de Pablo, el Apóstol por excelencia, que nos revela cómo la solicitud divina
por todas las Iglesias debe animar la oración cristiana. Al orar, todo bautizado
trabaja en la Venida del Reino" (2632).
— "La palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que
escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino;
después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega (LG
5)" (543).
Las ciencias explican la germinación y el crecimiento de una planta, pero el
nacimiento y desarrollo del Reino de Dios segue siendo cosa del Espíritu Santo.
Con permiso de Almudi.org