EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Solemnidad. El Sagrado Corazón de Jesús B
Libro de Oseas 11,1.3-4.8c-9.
Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no
reconocieron que yo los cuidaba.
Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los
que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de
comer.
¿Cómo voy a abandonarte, Efraím? ¿Cómo voy a entregarte, Israel? ¿Cómo voy a
tratarte como a Admá o a dejarte igual que Seboím? Mi corazón se subleva contra
mí y se enciende toda mi ternura:
no daré libre curso al ardor de mi ira, no destruiré otra vez a Efraím. Porque yo soy
Dios, no un hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré con furor.
Libro de Isaías 12,2-3.4bcd.5-6.
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza
y mi protección; él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación.
Y dirán en aquel día:
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel!
Carta de San Pablo a los Efesios 3,8-12.14-19.
Yo, el menor de todos los santos, he recibido la gracia de anunciar a los paganos la
insondable riqueza de Cristo,
y poner de manifiesto la dispensación del misterio que estaba oculto desde siempre
en Dios, el creador de todas las cosas,
para que los Principados y las Potestades celestiales conozcan la infinita variedad
de la sabiduría de Dios por medio de la Iglesia.
Este es el designio que Dios concibió desde toda la eternidad en Cristo Jesús,
nuestro Señor,
por quien nos atrevemos a acercarnos a Dios con toda confianza, mediante la fe en
él.
Por eso doblo mis rodillas delante del Padre,
de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra.
Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su
gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior.
Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el
amor.
Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la
altura y la profundidad,
en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo
conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios.
Evangelio según San Juan 19,31-37.
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera
quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no
quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados
con Jesús.
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas,
sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó
sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la
verdad, para que también ustedes crean.
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno
de sus huesos.
Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.
comentario del Evangelio por
San Columbano (563-615), monje, fundador de monasterios
Instrucción 13, sobre Cristo, fuente de vida, 2-3 (trad. Breviario, jueves
XXI semana)
«Uno de los soldados, le atravesó el costado y al instante brotó sangre y
agua»
Hermanos, seamos fieles a nuestra vocación. A través de ella nos llama a la
fuente de la vida aquel que es la vida misma, que es fuente de agua viva(Jn 4,10),
y fuente de vida eterna, fuente de luz y fuente de resplandor, ya que de él procede
todo esto: sabiduría y vida, luz eterna... Señor, tú mismo eres esa fuente que
hemos de anhelar cada vez más, aunque no cesemos de beber de ella. Cristo
Señor, danos siempre esa agua, para que haya también en nosotros un surtidor de
agua viva que salta hasta la vida eterna (Jn 4,15.14)...
Es verdad que pido grandes cosas, ¿quién lo puede ignorar? Pero tú eres el
rey de la gloria y sabes dar cosas excelentes, y tus promesas son magníficas. No
hay ser que te aventaje. Y te diste a nosotros. Y te diste por nosotros.
Por eso, te pedimos que vayamos ahondando en el conocimiento de lo que
tiene que constituir nuestro amor. No pedimos que nos des cosa distinta de ti.
Porque tú eres todo lo nuestro: nuestra vida, nuestra luz, nuestra salvación,
nuestro alimento, nuestra bebida, nuestro Dios.
Infunde en nuestro corazones, Jesús querido, el soplo de tu espíritu e inflama
nuestras almas en tu amor, de modo que cada uno de nosotros pueda decir con
verdad: " Muestrame al amado de mi alma" (Ct 3,3), porque estoy herido de amor.
Que no falte en mí esas heridas,Señor. Dichosa el alma que está así herida de
amor.
Ésa va en busca de la fuente. Ésa va a beber. Y, por más que bebe, siempre tiene
sed. Siempre sorbe con ansia, porque siempre bebe con sed. Y, así, siempre va
buscando con amor, porque halla la salud en las mismas heridas.
"servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”