EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la undécima semana del tiempo ordinario
Segundo Libro de los Reyes 2,1.6-14.
Esto es lo que sucedió cuando el Señor arrebató a Elías y lo hizo subir al cielo en el
torbellino. Elías y Eliseo partieron de Guilgal,
Elías le dijo: "Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado al Jordán". Pero Eliseo
respondió: "Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré". Y se
fueron los dos.
Cincuenta hombres de la comunidad de profetas fueron y se pararon enfrente, a
una cierta distancia, mientras los dos estaban de pie a la orilla del Jordán.
Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó las aguas. Estas se dividieron hacia uno
y otro lado, y así pasaron los dos por el suelo seco.
Cuando cruzaban, Elías dijo a Eliseo: "Pide lo que quieres que haga por antes de
que sea separado de tu lado". Eliseo respondió: "¡Ah, si pudiera recibir las dos
terceras partes de tu espíritu!".
"¡No es nada fácil lo que pides!, dijo Elías; si me ves cuando yo sea separado de tu
lado, lo obtendrás; de lo contrario, no será así".
Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos
también de fuego, los separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino.
Al ver esto, Eliseo gritó: "¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!".
Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las rasgó en dos pedazos.
Luego recogió el manto que se le había caído a Elías de encima, se volvió y se
detuvo al borde del Jordán.
Después, con el manto que se le había caído a Elías, golpeó las aguas, pero estas
no se dividieron. Entonces dijo: "¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?". El golpeó
otra vez las aguas; estas se dividieron hacia uno y otro lado, y Eliseo cruzó.
Salmo 31(30),20.21.24.
¡Qué grande es tu bondad, Señor!
Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti,
en la presencia de todos.
Tú los ocultas al amparo de tu rostro
de las intrigas de los hombres;
y los escondes en tu Tienda de campaña,
lejos de las lenguas pendencieras.
Amen al Señor, todos sus fieles,
porque él protege a los que son leales
y castiga con severidad a los soberbios.
Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos
por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el
cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los
hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha,
para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en
las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos
ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu
Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que
desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han
recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en
lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
comentario del Evangelio por
San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Cántico Espiritual B, estrofa 1, 6-7 (trad. Obras completas editorial
Sígueme 1992)
«Cuando vayas a orar, entra en tu habitación»
Pide aquí el alma Esposa cuando dice: ¿Adónde te escondiste?... Le
respondamos mostrándole el lugar más cierto donde está escondido, para que allí lo
halle a lo cierto con la perfección y sabor que puede en esta vida y así no comience
a vaguear en vano tras las pisadas de las compañías. (cf Ct 3,2).
Para lo cual es de notar que el Verbo Hijo de Dios, juntamente con el Padre y
el Espíritu Santo, esencial y presencialmente está escondido en el íntimo ser del
alma; por tanto, el alma que le ha de hallar conviénele salir de todas las cosas
según la afección y voluntad y entrarse en sumo recogimiento dentro de sí misma,
siéndole todas las cosas como si no fuesen. Que, por eso, san Agustín, hablando en
los Soliloquios con Dios, decía: No te hallaba, Señor, de fuera, porque mal te
buscaba fuera, que estabas dentro. Está, pues, Dios en el alma escondido, y ahí le
ha de buscar con amor el buen contemplativo, diciendo: ¿Adónde te escondiste?
¡Oh, pues, alma hermosísima entre todas las criaturas, que tanto deseas
saber el lugar donde está tu Amado, para buscarle y unirte con él! Ya se te dice que
tú misma eres el aposento donde él mora y el retrete y escondrijo donde está
escondido; que es cosa de grande contentamiento y alegría para ti ver que todo tu
bien y esperanza está tan cerca de ti, que esté en ti, o, por mejor decir, tú no
puedas estar sin él. Catá, dice el Esposo (Lc. 17, 21), que el reino de Dios está
dentro de vosotros. Y su siervo el apóstol san Pablo (2 Cor. 6, 16): Vosotros, dice,
sois templo de Dios.
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