D OMINGO XXV, CICLO “B”
+ Segundo anuncio , por parte del Señor, de su Pasión y de su Muerte.
En su camino hacia Jerusalén, 3 veces lo anunció. Pero los discípulos no
entendieron, y tenían miedo de preguntar.
Hay un asombroso contraste:
+ Jesús sabe lo que le sucederá, y camina
resueltamente al encuentro de su Pasión.
Como Hijo obediente, está dispuesto la
cumplir la voluntad del Padre.
+ Los discípulos : no entienden el
lenguaje de la Cruz… y no quieren
oírlo. Están ocupados en otra cosa…
En saber quién es el más importante.
El lenguaje del poder y el honor resulta más fácil y grato a sus oídos…y esta
pretensión por ocupar el primer puesto, que provoca discusiones, pone de manifiesto
su mezquindad, y la concepción errónea de lo que es el poder dentro de la Iglesia.
+ Jesús aprovecha esta ocasión para enseñar cuales eran los primeros puestos
en su Reino: los puestos del honor corresponden al que es el último , y al que se
pone como servidor de los demás.
En las cosas del mundo todos quieren los primeros puestos: los que dan más
brillo; mejores pagos; reverenciados y aplaudidos por todos. Y se considera como
menos importantes a los que son los últimos o a los que tienen como función el
servir... nadie busca estos lugares.
+ Pero éste es exactamente el puesto que Cristo quiso ocupar en la
historia de los hombres . Jesús ( Dios ) , no vino a ser servido, sino a servir; buscó
cumplir la Voluntad del Padre entregando su vida por todos los hombres... Él cargó
las culpas de todos... Cordero manso y humilde, lavó con su Sangre los pecados de
todo el mundo... Él es verdaderamente el Maestro y Señor , que ha lavado nuestros
pies como si fuese nuestro esclavo...
+ Después tomó un niño , y demostrando un gran afecto hacia él, declaró que
recibir a un niño es recibirlo a Él y a su Padre... ¿Porqué? Porque para la mirada de
Dios siempre son más importantes los más pequeños , los que están en el último
lugar , los que no son tomados en cuenta , los que son menospreciados por los
demás...
El Rey de Reyes y Señor de los Señores eligió el último lugar al venir como
servidor de todos; prefirió la humillación de la Cruz ; y se mostró como modelo de
humildad... Por eso se ha unido a los que están en las mismas condiciones hasta el
punto de ser uno con ellos , y recibir a uno de ellos es recibir al mismo Cristo , y
Jesús considera como hechos a Él mismo los servicios que prestemos a estos más
pequeños... Jesús está entre nosotros hambriento; sediento; peregrino; desnudo;
preso; enfermo; necesitado de mil maneras distintas: está así en sus hermanos más
pequeños, con quienes Él se identifica, hasta el punto que sobre todo esto seremos
juzgados el Último Día : “Tuve hambre: ¿me diste de comer?...
Nos pide que obremos por Amor... y no por lástima...
+ La discusión de los discípulos para alcanzar el primer puesto es, en nuestro
mundo, algo de cada día: todos quieren ser los primeros y luchan por conseguirlo,
recurriendo algunas veces a cualquier medio: mienten, atropellan, amenazan,
pisotean a los demás e incluso se venden, (actitud tan común en este valle de coimas)
traicionando la propia conciencia. Y muchas veces se buscan esos puestos no por el
deseo de servir a los otros, sino por la ambición del honor, del dinero, o del poder,
olvidando la enorme responsabilidad ante Dios y ante el prójimo que trae aparejada
el hecho de ocupar el primer puesto.
Jesús nos enseña a buscar siempre el servicio de los hermanos, y a considerar
ese servicio como el mayor honor , aún cuando ese servicio carezca de brillo o
distinción... Y si los tiene, no desear ni retener ese servicio sino solamente por amor
servicial... En la Iglesia no hay “cargos”, sino cargas. El “honor” del Sacerdocio
es el honor de servir al Pueblo Santo de Dios (sino, ¡pobre de nosotros!).
Si los hombres aprecian y honra a los que tienen y pueden más, Jesús nos
enseña que Dios ama con mayor predilección a los que tienen y pueden menos : los
niños, los pobres, los menospreciados, los débiles... allí descubrimos los rasgos del
Hijo de Dios, que siendo grande se hizo pequeño, siendo fuerte se hizo débil para
sufrir y morir por nosotros.
+ El Señor nos llama en su seguimiento, para transformar el mundo desde
los puestos de servicio. En la debilidad, en el servicio escondido, allí está la fuerza
del cristiano. Allí no se dan la codicia y la ambición que tantas veces corrompen a
muchos de los que se mueven en el poder (IIª lect. de la Carta de Santiago). En
cambio, con una conducta que no se deja manchar puede el cristiano, como el justo
del Libro de la Sabiduría (Iª lect.), reprender y reprochar aún sin palabras. No
importa la aparente debilidad, que será maltratada y amenazada hasta la
muerte. La Verdad sigue testificando más allá de la muerte, desde aquellos que
creyeron en el poder de la Cruz.
+ Como María, también nosotros seamos “ esclavos del Señor”... para que
siga encarnándose en nuestras vidas y manifestándose al mundo.
Amén.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel