IGLESIA: “TESTIMONIO Y CREDIBILIDAD”
Carta pastoral de Monseñor Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas
Décimo segundo domingo durante el año - 24 de junio de 2012
Este domingo celebramos el nacimiento de San Juan Bautista el Precursor del Señor. San Juan
como profeta del Antiguo Testamento era testigo de la ley con su propia vida. El profeta es el
que da testimonio. El canto de Zacarías que leemos en el Evangelio de este domingo (Lc. 1,57-
66.80), enmarca el ambiente profético que prepara el nacimiento de Jesús.
En este mensaje dominical, quiero que reflexionemos sobre la figura ejemplar de San Juan
Bautista para ahondar en la dimensión testimonial de la vocación profética. En realidad todos
estamos llamados a ser profetas desde el bautismo. En la unción post-bautismal se dice: “Él te
unge ahora con el crisma de la salvación, para que permaneciendo a Cristo Sacerdote, Profeta y
Rey viva eternamente”. Sabemos que no es fácil para los cristianos ejercitar esta dimensión
profética en el mundo en que nos toca vivir. Sin embargo será clave que profundicemos nuestra
vocación Bautismal, y como discípulos busquemos caminos para poner en práctica la Palabra de
Dios, y construir nuestra vida familiar y social sobre la verdad.
Tomando como ejemplo la figura de San Juan Bautista, quiero seguir la reflexión sobre nuestra
Iglesia Diocesana en este camino de pastoral que vamos transitando. Sin conversión a la persona
de Jesucristo, será imposible cualquier plan pastoral que sea fecundo para el Reino de Dios.
Nuestro tiempo necesita de varones y mujeres ejemplares que traten de vivir la Santidad. En esto
se asienta la dimensión profética de la Iglesia. La comunión con Dios y con los hermanos
siempre es fruto de la conversión. Desde esta fidelidad debemos plantearnos la necesidad de
buscar caminos de evangelización y humanización.
Es importante recordar que en el mismo nacimiento de la Iglesia, la apertura al mundo pagano
genero un conflicto con los Cristianos venidos del Judaísmo. (Hech. 15,5). Es importante la
lectura de los Hechos de los Apóstoles (cap.15) en donde se refiere al primer Concilio de la
Iglesia, “el Concilio de Jerusalén”. En él se explica como el Espíritu Santo iba obrando en la
apertura al mundo pagano que era un desafío para la Iglesia, cuya misión era salir a Evangelizar
para cumplir con el mandato del Señor.
No dudo que es importante que miremos la historia y saquemos algunas conclusiones de ella,
porque este inicio de siglo nos presenta nuevos desafíos a los cuales tenemos que responder
desde la Evangelización.
Cuando hablamos de una Iglesia abierta, que quiere comunicar los tesoros de la revelación, no
debemos confundirnos con algunos males de la época, que creen que ser abiertos es ser
relativistas. Ser abierto es amar, dialogar, escuchar, cambiar, aportar, aprender y recuperar, sin
perder la propia identidad. Ser abiertos no es mezclar todo como una especie de sincretismo
religioso, o bien confusión y mezcla del bien y el mal, de valores y antivalores. ¿Cuáles son los
tesoros de la Iglesia?. Los tesoros son los que la Iglesia debe cuidar a través de la historia, lo
revelado por el Señor, lo que Él nos comunico y el Magisterio (o bien las enseñanzas de la
Iglesia), que van acompañando con el Espíritu Santo la historia, para que esta sea una historia de
salvación.
San Juan Bautista nos llama a la conversión a la Persona de Jesús, por ser el Precursor. En todo
caso todo lo que nos hemos planteado en nuestra Asamblea Diocesana del 20 de Junio, requerirá
que todas las acciones que realicemos estén respaldadas por la credibilidad, y buscando la
conversión para que nuestros hermanos crean.
Les envío un saludo cercano y hasta el próximo Domingo.
Juan Rubén Martínez Obispo de Posadas.