COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires –
ciclo 2012)
24 de junio de 2012 – Nacimiento de San Juan Bautista
Evangelio según San Lucas 1,57-66.80 (ciclo B)
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un
hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia
con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días,
se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías,
como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos
le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le
pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan".
Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías
recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento
produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se
lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que
se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían:
"¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba
con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en
lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.
San Juan Bautista: andar y vivir en la Verdad
Estamos ante la figura de San Juan Bautista, pariente de Jesús, quien tiene
una misión propia y específica: preparar los caminos del Señor. La
presencia del Cristo histórico, contemporáneo de los judíos de aquella
época, forma parte de toda una preparación. Así como Dios fue preparando
al pueblo de Israel a través de los Patriarcas, de los Profetas, de los Reyes
y en el último tiempo se hace presente Jesucristo, así encontramos la figura
del Juan, el Bautista. Y es tan importante su presencia que, en la Liturgia,
se celebra dos veces la Fiesta de Juan el Bautista: la primera su nacimiento
y luego su martirio.
Hoy celebramos su nacimiento que es muy importante, ya que se trata del
último de los Profetas y el que preparó los caminos para el Señor. Juan es
Testigo de la Verdad, Cristo es Testigo de la Verdad y nosotros también
tenemos que ser testigos de esa Verdad. Esto nos lleva a meditar en dos
cosas que debemos hacer:
La primera, que Cristo viene a ser Testigo de la Verdad, viene al mundo, es
su obra. Nosotros tenemos que seguirlo a Cristo como discípulos; ¿y qué
tenemos que hacer?, tomar a Cristo como modelo, ¿y qué significa tomar a
Cristo como modelo?, vivir en la verdad: Él vino a salvar a todos y no
condenar. Nosotros también tenemos que trabajar para que esta salvación
de Cristo llegue a todos. No solamente a los que piensan como uno, no sólo
a los que viven cerca de uno, sino la expansión, porque la Iglesia existe
para evangelizar, para misionar -recordemos aquello de San Pablo “¡hay de
mi si yo no evangelizara!”- tenemos que llevar este mensaje a todos.
Tengamos siempre presente que Cristo vino a salvar y no a condenar.
Y la segunda, es la actitud de Cristo y también de San Juan: servir en la
Verdad y en el Testimonio; y no buscarse, y no ser servido.
Como podemos ver, la presencia de San Juan Bautista da para mucho,
porque la Verdad es fiel aunque a veces se queda solo -“voz que clama en
el desierto”- y es capaz de dar el último testimonio supremo: el martirio;
pero él se queda en el Señor y se queda en la Verdad. ¡Cuánta gente no se
queda en la verdad! ¡Cuánta gente escapa de estas realidades!
Pidamos al Señor que la presencia de San Juan bautista nos ayude a vivir
en la verdad, a ser testigo de Ella, poder testimoniar con nuestra propia
vida, con nuestras propias palabras, lo que creemos, en quien creemos, en
quien confiamos, que es Cristo; y dar la vida hasta las últimas
consecuencias sabiendo que el Señor está, ayer, hoy y siempre; y estará
hasta el final de los tiempos.
¡Feliz fiesta de San Juan Bautista! Y que nos animemos a andar y vivir en la
Verdad.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén