EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la duodécima semana del tiempo ordinario
Segundo Libro de los Reyes 24,8-17.
Joaquín tenía dieciocho años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en
Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, y era de Jerusalén.
El hizo lo que es malo a los ojos del Señor, tal como lo había hecho su padre.
En aquel tiempo, los servidores de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron
contra Jerusalén, y la ciudad quedó sitiada.
Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a la ciudad mientras sus servidores la
sitiaban,
y Joaquín, rey de Judá, se rindió al rey de Babilonia junto con su madre, sus
servidores, sus príncipes y sus eunucos. El rey de Babilonia los tomó prisioneros en
el año octavo de su reinado.
Luego retiró de allí todos los tesoros de la Casa del Señor y los tesoros de la casa
del rey, y rompió todos los objetos que Salomón, rey de Judá, había hecho para la
Casa del Señor, como lo había anunciado el Señor.
Deportó a todo Jerusalén, a todos los jefes y a toda la gente rica - diez mil
deportados - además de todos los herreros y cerrajeros: sólo quedó la gente más
pobre del país.
Deportó a Joaquín a Babilonia; y también llevó deportados de Jerusalén a Babilonia
a la madre y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los grandes del país.
A todos los guerreros - en número de siete mil - a los herreros y cerrajeros - en
número de mil - todos aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llevó deportados
a su país.
el rey de Babilonia designó rey, en lugar de Joaquín, a su tío Matanías, a quien le
cambió el nombre por el de Sedecías.
Salmo 79(78),1-2.3-5.8.9.
Salmo de Asaf.
Señor, los paganos invadieron tu herencia,
profanaron tu santo Templo,
hicieron de Jerusalén un montón de ruinas;
dieron los cadáveres de tus servidores
como pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra.
Derramaron su sangre como agua
alrededor de Jerusalén
y nadie les daba sepultura.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre?
¿Arderán tus celos como un fuego?
No recuerdes para nuestro mal
las culpas de otros tiempos;
compadécete pronto de nosotros,
porque estamos totalmente abatidos.
Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por el honor de tu Nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados,
a causa de tu Nombre.
Evangelio según San Mateo 7,21-29.
No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos,
sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu
Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu
Nombre?'.
Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que
hacen el mal'.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica,
puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron
la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un
hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron
la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su
enseñanza,
porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.
comentario del Evangelio por
Vida de san Francisco de Asís llamada «de Perusa» (siglo XIV)
§102
Un hombre previsor construye su casa sobre roca
Desde el principio de su conversión, el bienaventurado Francisco, prudente
como era, quería, con la ayuda de Dios, establecer, sólidamente y a la vez, él
mismo y su casa, es decir, su Orden de Hermanos menores, sobre una roca sólida,
a saber, sobre la muy grande humildad y la muy grande pobreza del Hijo de Dios.
Sobre una profunda humildad: porque desde el principio, cuando los
hermanos empezaban a multiplicarse, les prescribió residir en los hospicios para
servir a los leprosos. En aquel momento, cuando los postulantes se presentaban,
fueran nobles o plebeyos, les advertía que tendrían que servir a los leprosos y
residir en sus hospitales.
Sobre una muy gran pobreza: en efecto, dijo en su Regla que los hermanos
debían habitar en sus casas «como extranjeros y peregrinos, y que no debían
desear nada de lo que está bajo el cielo», si no era la santa pobreza, gracias a la
cual el Señor les llenará de alimentos corporales y de virtudes, lo cual les servirá
como herencia para la otra vida, el cielo.
También para él mismo, Francisco escogió este fundamento de una humildad
perfecta y una perfecta pobreza; si bien es cierto que fue un gran personaje en la
Iglesia de Dios, por una opción libre quiso mantenerse en la última hilera, no sólo
en la Iglesia sino también entre los hermanos.
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