XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Haciendo camino
Vivir no es fácil. Es tarea pendiente cada día. No se nos da la vida, tenemos
que conquistarla a diario. Es responsabilidad personal y comunitaria. La
vamos construyendo de detalles, de silencios entremezclados de clamor y
de gritos, de anonimatos y aplausos acallados, contenidos. Vivir es pasión,
es magia, es arte, es cruz.
La liturgia de hoy relaciona fe y vida. La fe como principio. La vida como
plenitud. La fe como hábitat. La vida como dinamismo. Ambas como don.
Juntas como camino. El libro de la Sabiduría nos describe una tesis muy
simple: Dios sólo quiere que vivamos. Y Pablo lo expresa como compromiso
con los más pobres. Es decir, tanto la fe como la vida, tenemos que
compartirlas.
La fe no se compadece con leyes de urbanidad, con temores, con molestias,
con esperanzas certificadas. Cuando la fe había hecho el milagro en Jairo,
sus subalternos le hablan de “no molestar al maestro”. Entonces, ¿para qué
la fe? La verdadera fe es capaz de superar lo imposible, de trocar los
rituales de la muerte como en la casa de Jairo, en festejos de vida.
En el caso de la mujer que sufría flujos de sangre, no solamente la fe le
devuelve la vida, sino que la rescata de su anonimato y le da nombre. Ella
quería pasar desapercibida. Quería algo muy simple, de pasada, sin
aspavientos, tocar y seguir el camino. Pero Jesús hace público el secreto de
su corazón, le devuelve la existencia y la pone en camino del pequeño
milagro que ha hecho grande su fe.
Cochabamba 01.07.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com