XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Fuerza vs debilidad
K. Rahner decía: “El ser humano es lo que Dios se hace cuando sale de sí”,
cuando deja su divinidad y toma nuestra carne humana en debilidad,
pequeñez, hecho dolor en solidaridad universal. Esto nos lleva, entonces, a
entender que lo más sagrado que existe en la realidad es este ser humano.
Jesús viene a darle a nuestra humanidad su dignidad y su justa dimensión.
Jesús va en contra vía de aquella mentalidad que busca en la fuerza el
centro de gravedad. Las tres lecturas, hoy, al unísono, proclaman la
debilidad como cualidad del profeta: Ezequiel se ve impotente frente a la
rebeldía de su pueblo. Pablo confiesa la presencia de una espinita que lo
tortura. Y el mismo Jesús es rechazado en su propio pueblo y por su propia
gente.
Ezequiel contrarresta la fuerza rebelde con la Palabra débil, desarmada,
pobre, perturbadora en la conciencia de su pueblo. Pablo convierte su
debilidad en el “hogar” acuciante en donde reside la “fuerza de Dios”. No
hace ostentación de nada, excepto, de su miseria, su pequeñez que levanta
como bandera en descampado para proclamar la fuerza de Dios, sólo la de
Dios.
Y Jesús confronta a su pueblo. Tropieza con su mentalidad, su mezquindad,
su desilusión. Pareciera frustrar sus sueños. Como profeta se queda en
soledad, más aún, perseguido por su mismo pueblo. Su debilidad choca con
los ideales de fuerza que quiere su pueblo. Y todo terminará en la debilidad
extrema de la cruz.
Cochabamba 08.07.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com