Ciclo B. XIII Domingo del Tiempo Ordinario
Antonio Elduayen, C.M..
Queridos amigos
“Dos milagros en uno”, es lo que nos ofrece el relato del evangelio de hoy (Mc 5,
21-43). Dos en uno, porque el segundo -la curación de la hemorroísa- , no está en
la intención inmediata de Jesús y como que se lo roban. Aparte de esta curiosidad,
el relato abunda en detalles y frases sumamente interesantes. Y tiene un final
realmente de antología, al resucitar a la hijita (12 años) de Jairo. El ¡talita kumi!
(niña, levántate), que Jesús le dice en arameo, es una frase sugerente -(país,
familia, juventud…, levántate, parafraseó Juan Pablo II en su visita al Perú en
1985). Es sobre todo, una frase que encierra la visión que Jesús tiene de la muerte
(es una dormición); y el poder que tiene sobre ella (la niña se levantó
inmediatamente). Con el detalle tan humano de pedir que le dieran de comer…
En sí, todo este relato de Marcos es de una alta calidad humana. De principio a fin.
Ciertamente, son de admirar los dos milagros que Jesús realiza, pero también son
de admirar la calidad y calidez humanas de los personajes que en él intervienen.
Ante todo del Señor que anima con sus palabras (Mc 5, 34. 36) y hace de
catalizador de Jairo y la hemorroísa, los otros dos personajes centrales. Por lo que
sufrían, debieron estar llenos de tensión, prisas y angustias, pero ni se nota, pues
la fe que tienen en Jesús y la confianza que Él les inspira, les hace estar y aparecer
tranquilos, como si nada pasara. ¡Y cuánto necesitamos nosotros de esa fe en el
Señor!, para que desaparezcan nuestras tensiones y depresiones…
Jairo es uno de los jefes si no el jefe de la Sinagoga de Cafarnaún, una gran
sinagoga de una gran ciudad cosmopolita de más de 200.00 habitantes. Es un alto
oficial laico judío muy importante y de connotada figuración social, a quien siempre
le sigue mucha gente para verlo. Es lo que dice el evangelio (Mc 5,24). Pero es
también un hombre sencillo y humilde, que no tiene reparos en postrarse a los pies
de Jesús para lograr lo que tanto ansía: la curación de su niña, que agoniza. Es
también un hombre sereno y paciente, comprensivo y tolerante, que no da señales
de fastidio, cuando, por culpa de la hemorroísa, Jesús tiene que detenerse
retrasando así la llegada a casa, tanto que en el ínterin, la niña muere… Me
pregunto que hubiéramos hecho nosotros en su lugar.
El caso de la hemorroísa es muy especial. Afligida durante 12 años por un flujo de
sangre, declarada impura por la ley (Le 15,25-27) y arruinada por los médicos, se
siente cada vez peor. Ahora, con lo que sabe de Jesús, está segura de que Él puede
sanarla. ¡Si desde lejos y sin ser notada, pudiera tocar el borde de su manto…! Su
impureza legal y el hecho de que Jesús vaya con Jairo, no le permiten hacer otra
cosa. Le robará al Señor un “milagro al paso” sin que nadie se dé cuenta. Así Jesús
podrá llegar a tiempo para sanar a la niña. Afortunadamente las cosas no salieron
como ella las había pensado. Véanlo en Mc 5, 27-34. y piensen en por qué digo
afortunadamente.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)