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Día litúrgico: Jueves XIII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 9,1-8): En aquel tiempo, () viendo Jesús la fe de ellos,
dijo al paralítico: «¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados». Pero he aquí que
algunos escribas dijeron para sí: Éste está blasfemando ().
Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona,
España)
El poder más grande de Dios: perdonar los pecados
Hoy, viendo la fe de quienes ayudaban al paralítico, Jesús reacciona curándole la
parálisis (¡milagro!) y perdonándole los pecados (¡más milagro!). Los escribas
apenas quedan afectados por la extraordinaria "sanación médica", pero se
sorprenden —se indignan— con el acto de "sanación moral". Nos llama la atención
la reacción de estos escribas, porque nosotros admiraríamos lo primero, pero no lo
segundo.
Dicha reacción, aun siendo equivocada, es una lección. La mentalidad creyente de
aquellos judíos les permite entender que perdonar los pecados —en cuanto ofensa a
la divinidad— es algo grande, tan grande que sólo es propio de Dios. Si Jesús
perdona los pecados significa que Él mismo es Dios. Para ayudarnos a aceptarlo Él
curó también la parálisis física. Con todo, lo más misterioso es que el hombre
pueda resistirse ante Dios y que Él siga esperándonos con tanta paciencia.
—Señor, Tú manifiestas tu omnipotencia mostrándote como nuestro Padre
misericordioso, siempre pronto a perdonar libremente —nadie podría obligarte a
hacerlo— nuestros "des-amores".
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