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Día litúrgico: Martes XVI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 12,46-50): En aquel tiempo, mientras Jesús estaba
hablando a la muchedumbre, (…) dijo: «Todo el que cumpla la voluntad de mi
Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La voluntad del Padre
Hoy Jesucristo señala como "suyos" aquellos que cumplen la voluntad del Padre
celestial. Pero, ¿no parecería eso una exageración, incluso "anti-natural"? Emerge
en nuestra memoria el drama de Getsemaní, donde la voluntad humana de Jesús
parece "pugnar" contra su propia voluntad divina (¡es Dios Hijo!), que debía
identificarse con la del Padre.
En realidad, lo misterioso no es tanto aquella "pugna" de voluntades en Cristo, sino
nuestra "esquizofrenia" al desmarcarnos del querer del Padre. Desde que fue
creada, la voluntad humana está orientada a la divina. Al asumir la voluntad divina,
nuestra voluntad alcanza su cumplimiento, no su destrucción. Pero el hombre, por
la "estrechez original", tiende a sentir amenazada su libertad por la voluntad del
Padre. Este desapego es, justamente, lo que más hace sufrir a Jesús en el Huerto
de los Olivos.
—Jesús, nuestra obstinación contra Dios estuvo presente en tu oración. Con tu
sangrante "pugna" interior en Getsemaní, arrastras a nuestra naturaleza
"recalcitrante" hacia su verdadera razón de ser: el Padre.
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