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Día litúrgico: Martes XVII deltiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 13,36-43): En aquel tiempo, (…) se le acercaron sus
discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió:
«(…) De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego,
así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán
de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en
el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos
brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
No todo acaba con la muerte: el juicio de Dios
Hoy, la parábola de la cizaña nos transmite un doble mensaje. Primero, para el
tiempo actual: durante este "tiempo de la Iglesia" constataremos que junto al Reino
de Dios —que nos trajo Jesucristo— aparece también el mal. Dios no se precipita en
extirparlo: es la "paciencia de Dios", que respeta la libertad humana, porque Él nos
deja caminar agarrados a una cuerda muy larga.
Segundo, para el más allá del tiempo: no todo acaba con la muerte. Es la certeza
fundamental de la que parte la fe cristiana (y, en distintas modalidades, es común a
toda la humanidad). La persona sabe, en cierto modo, que hay algo más, otra cosa.
Eso significa que tenemos una responsabilidad para con Dios, que existe un juicio, y
que la vida humana puede fructificar o fracasar.
—Te pedimos, Señor, que nos ayudes a dar fruto en nuestras vidas, un fruto que
permanezca. Sólo así la tierra se transforma de valle de lágrimas en "jardín de
Dios".
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