XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Padre Julio Gonzalez Carretti
Lecturas
a.- Ez. 2, 2-5: Sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.
En la primera lectura vemos como Ezequiel es sumergido en la sublime experiencia
de la Gloria de Dios, de la que se alza invadido por la fuerza de Dios, que lo poseyó.
Recibe tres revelaciones: “Yo te envío a los israelitas” (v.3). Así como el pecado
hace solidario a Isaías, cuando recibe las manifestaciones divinas y siente la
urgencia de ser purificado, Ezequiel, experimenta su condición humana ante la
trascendencia divina. De ahí que escuche la segunda revelacin de ser “Hijo de
Hombre” (v.1), para el pueblo que escuche o no al hombre Ezequiel, sino al hombre
poseído por el espíritu de Dios, que lo levanta, lo penetra y lo hace hablar en
Nombre de Yahvé. No es el hombre ni el sacerdote, sino el sacerdote invadido por
el espíritu de Dios. Ezequiel vive su condición de criatura ante su Dios, la pequeñez
de su condición, ante la trascendencia divina. Así y todo, Dios escoge lo débil del
mundo para llevar adelante sus proyectos, y este envío se repetirá una y otra vez
(cfr. Os. 3, 1.4.5.11), hasta que se involucre totalmente en la vocación carismática
a la que fue llamado a vivir. Es un enviado de Yahvé para su pueblo, un pueblo
rebelde y de dura cerviz: “Ellos y sus padres me han sido contumaces hasta este
mismo día. Los hijos tienen la cabeza dura y el corazón empedernido; hacia ellos te
envío para decirles: Así dice el señor Yahveh. Y ellos, escuchen o no escuchen, ya
que son una casa de rebeldía, sabrán que hay un profeta en medio de ellos.” (vv.
3-5). Si bien, la primera impresión es saber qué hará este profeta en medio de un
pueblo rebelde, mucho más importante es su presencia en medio de ellos. El va a
predicar lo que mande Yahvé, algunos escucharán y se convertirán, otros no les
importará y seguirán como si no hubieran escuchado. El profeta representa a Dios y
su palabra no es suya, sino del que lo envió, y eso es lo que deben escuchar los
israelitas a pesar de su dura cerviz. Así como Jeremías, tuvo un horizonte más
amplio por ser destinado a ser profetas de las naciones (cfr. Jer.1,5), la misión de
Ezequiel está circunscrita sólo a Israel. Historia que el profeta conoce, hecha de
infidelidades, alianzas que cumple sólo Yahvé, rebeldes, que lo escuchen ahora o
no, al menos sabrán que en Israel hay un profeta. Ellos son los injustos con Yahvé;
obstinados ante cuya libertad Dios respeta. El hijo del hombre, necesita de aliento
para tan gran empresa, por ello le infunde valor, comunicar la palabra de Yahvé es
lo fundamental (cfr. Os. 2, 6).
b.- 2Cor. 12,7-10: La mística del apóstol reside en la fuerza de Cristo.
El apóstol se ve obligado a defender su ministerio frente a sus críticos y se gloría de
sus éxitos y debilidades (2Cor.11ss). Pone su atención, más que en penas y fatigas,
en las visiones y revelaciones con que Dios lo ha favorecido (2Cor.12, 1). Describe
una (2Cor.12, 2-4), aunque tuvo otras experiencias similares, además de la de
camino de Damasco (cfr. Hch. 9,3-9; 16,9; 18,9; 22,18; 27,23; 1Cor. 9,1; 15,8;
Gál.1, 12; 2,2). Recuerda que hace catorce años (v.2), su alma fue arrebata hasta
el tercer cielo, es decir el cielo donde habita Dios, según la mentalidad de la época;
allí escuchó palabras inefables que el hombre no puede repetir (2Cor.12, 4; cfr. Gn.
2,8; Lc. 23, 43), es decir, alcanzó lo que puede una persona en esta vida recibir, la
contemplación de Dios en fe. Pero Pablo es consciente que puede a llevar con estas
revelaciones que lo consideren más de lo que realmente, prefiere gloriarse de sus
flaquezas que son, más cosa suya, y tiene más a mano (2Cor.12,5-6). Hace una
revelación importante: Dios, para que no se engríe con esas revelaciones, le ha
“dado una espina o aguijn en la carne, un ángel de Satanás que me abofetea para
que no me engría” (v.7). Seguramente se trata de alguna enfermedad,
considerando que en la mentalidad de la época, los judíos pensaban que las
enfermedades las enviaba Satanás (cfr. Gál. 4,13-14; Lc.13, 16; Job.2, 6). Como
Cristo al Padre, el apóstol oró para verse libre de esta enfermedad (cfr. Mt. 26, 39.
42. 44), pero como Jesús, hubo de aceptar la prueba, confortado por ÉL: “Mi gracia
te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza” (v.9). Maravillosa conclusin que
hace Pablo de saber conjugar las revelaciones altísimas que ha recibido de Dios y
de las flaquezas que experimenta, sostenido por la gracia de Jesucristo, el único
Señor de su vida.
c.- Mc. 6,1-6: No se desprecia a un profeta más que en su tierra.
El evangelio nos presenta la visita de Jesús a Nazaret su pueblo; estamos en el
comienzo de su misión profética en la sinagoga de su ciudad. Esta será la única
visita que registra el evangelio. Regresa como rabí reconocido, acompañado de sus
discípulos, va a la sinagoga como buen judío el sábado. El jefe de la sinagoga confía
a Jesús, el comentario de la Torá, para conocer su doctrina, como maestro. Su
discurso debió ser muy original, ya que suscitó preguntas, cinco, en concreto,
algunas se podían responder, otras quedan en suspenso (vv.2-3). ¿De dónde le
venía todo ese conocimiento, esa sabiduría? No había asistido a la escuela en
Nazaret, porque en el pueblo no había, tampoco había asistido a Jerusalén con los
grandes maestros de la Ley. La sabiduría, es un don de Dios, que lleva al que la
posee a palpar la verdad de las cosas en su toda su pureza. Es saborear y gustar de
la verdad, que alcanza a toda la persona, inteligencia y corazón. Los milagros que
son mencionados, realizados en Cafarnaún, aumentan el misterio sobre la persona
de Jesús entre los oyentes. Los otros interrogantes (v.3), se refieren a lo que las
gentes de Nazaret saben acerca de Jesús: que era carpintero, conocen a su María,
su Madre, y a otros familiares. Su conocimiento de Jesús, les impide tener ahora
una experiencia de Jesús, no les permite preguntarse más a fondo acerca de su
compatriota. Se produce un curioso cambio en la audiencia, puesto que se pasa de
la admiración por su saber, a la desconfianza manifiesta en la falta de fe, en sus
palabras y en su Persona (vv. 4-6). La cerrazón no los dispone a acoger la novedad
del Evangelio; lo acogieron como a uno más que está siendo importante, luego de
un período de ausencia. Nada más. El dicho de Jesús. “Un profeta slo en su patria,
entre sus parientes y en su casa carece de prestigio”, confirma que los que están
más cerca de una persona, no están dispuestos a cambiar de opinión, prisioneros
quizá de sus conocimientos. Faltaba lo fundamental, la fe en Jesús, lo que no daba
espacio al milagro. De ahí que limite sus acciones a imponer las manos a algunos
enfermos y sanarlos (v.5). Podemos decir que fue un mal comienzo para Jesús,
pero aprendió la lección respecto a las dificultades que encontrará más adelante en
su predicación. Desde nuestra condición de bautizados participamos de la función
profética de Cristo, fuente de donde dimana todo el profetismo en la Iglesia de
Dios. Anuncio y testimonio de Cristo y del Evangelio, es labor de todo creyente
bautizado. El profetismo cristiano, requiere un esfuerzo serio debido a la resistencia
de los otros y la propia debilidad del testigo y profeta. Hoy como ayer no son
aceptados en muchos lugares del mundo los enviados por Cristo, los profetas y
misioneros. Se rechaza a Jesucristo en la persona de los cristianos misioneros y
profetas, su doctrina y su Iglesia. Es ahí donde se comprueba que la fortaleza del
profeta viene de Dios, con lo que vemos que Cristo es más fuerte que nuestra
debilidad, más audaz que nuestros temores, es luz mayor que nuestra oscuridad.
Será el Espíritu Santo quien nos arme para ser auténticos profetas de nuestro
tiempo y en todo lugar anunciar a Jesucristo y su perenne evangelio.
La Santa Madre Teresa, mujer preocupada de de su fe, busca formase en la verdad
en calve bíblica y eclesial. “Tengo por muy cierto que el demonio no engaará, ni lo
permitirá Dios, a alma que de ninguna cosa se fía de sí y está fortalecida en la fe,
que entienda ella de sí que por un punto de ella morirá mil muertes. Y con este
amor a la fe, que infunde luego Dios, que es una fe viva, fuerte, siempre procura ir
conforme a lo que tiene la Iglesia, preguntando a unos y a otros, como quien tiene
ya hecho asiento fuerte en estas verdades, que no la moverían cuantas
revelaciones puedan imaginar aunque viese abiertos los cielos un punto de lo que
tiene la Iglesia.” (Libro de la Vida 25,12).