Ciclo B. XIV Domingo del Tiempo Ordinario
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos
¡¿Quién es este Jesús?! ¡¿De dónde le viene todo lo que sabe y hace?! (Mc 6,2), es
la pregunta que se hicieron sus paisanos de Nazaret, asombrados ante la sabiduría
con la que hablaba y los milagros que hacía. ¡¿Quién es Jesús?! es la pregunta que
Marcos quiere que nos hagamos todos, personas y grupos. Pero no teóricamente,
de memoria, sino de verdad, interpelados, cuestionados, conmocionados por Jesús,
hasta que nos demos una respuesta que cambie nuestras vidas; que nos lleve a
tomar partido: por Él o contra Él. No se admiten neutrales (Mt 12, 30).
Lo que, en el evangelio de hoy (Mc 6, 1-6), nos cuenta Marcos de la visita de Jesús
a su pueblo Nazaret, es un ejemplo de lo que les digo. Esta visita la relatan también
Mateo (Mt 13, 54-58) y Lucas (Lc 4, 16-30), siendo este último quien da mayores
detalles y mejor recrea el ambiente de lo que allí pasó. Jesús quiso dar a su pueblo,
personalmente, la primicia sobre quién de verdad era Él, y allí se fue, acompañado
de los Doce. La fama de que era un Gran Profeta y de que hacía milagros, había
llegado al pueblo hacía ya tiempo y lo había dividido en dos bandos: “los en contra”
de Jesús y “los a favor” (sus parientes con María a la cabeza. Sobre sus supuestos
herman@s les invito a leer el TEMA de esta HP).
“Pueblo chico, infierno grande”, es lo que resultó ser Nazaret. Aquí y ahora, yo
quiero referirme sólo a la reacción del bando de los no creyentes en Jesús,
exponiendo sus argumentos y cómo se convierten pronto en fanáticos y
violentistas. En este caso, quisieron matar a Jesús, tirándolo barranco abajo. Pero
Él “pasó por entre medio de ellos y se fue” (Lc 4, 29-30). Los argumentos de los
no-creyentes, si se los puede llamar argumentos, se reducen a uno: ¡Esto no puede
ser y además es imposible! No les cabe en la cabeza lo que están viendo y oyendo!
“De dónde le viene todo esto?!
Le han visto crecer y hacerse un adulto joven de 30 años, acompañando a su
madre María y relacionándose con sus primos y primas hermanos, bastante
numerosos. Nada muy especial en su vida, salvo su comportamiento siempre
correcto, su participación fervorosa y atinada en la sinagoga, los sábados, y el
acabado perfecto de sus trabajos de carpintero, en especial los yugos para buey,
tan suaves y ligeros (Mt 11, 2-30). Pero de aquí a lo que es y hace ahora hay un
abismo. ¿Quién le ha enseñado esa sabiduría? ¿Y de dónde ese poder de hacer
milagros? No pueden dar crédito a lo que ven. Tiene que haber algún truco…
Es la tragicomedia de los incrédulos de entonces y de los ateos de hoy. Están a la
distancia del grosor de un pelo para creer, pero no dan el paso. Les falta sólo dar fe
a lo que ven…, pero por ceguera espiritual (soberbia y obstinación, muchas veces),
prefieren negar la evidencia. Es imposible, dicen. Y como no se lo imaginan o no
pueden experimentarlo, no lo creen. ¡Qué pena! ¡No saben lo que se pierden!
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)