Ciclo B. XIV Domingo del Tiempo Ordinario
Pedro Guillén Goñi, C.M.
La liturgia de la Palabra en el evangelio de la Eucaristía nos presenta la
incomprensión y rechazo que sufre el Señor en su intento por anunciar el Reino de
Dios entre sus propios conciudadanos. Jesús visita a su pueblo de Nazareth y, lo
que supuestamente debiera ser motivo de alegría y honor, se convierte en una
situación de asombro e incredulidad. No podían imaginarse que de una familia
humilde, sencilla y pobre pudiera surgir una persona tan conocida por sus prodigios
y por la radicalidad de sus palabras. Jesús pudo haber realizado allí algún milagro
para que reconocieran su mesianidad pero no lo hizo porque prefería demostrar su
identidad de Hijo de Dios desde la fe y la humildad.
El movimiento profético, su gestación, consolidación y fines específicos, es muy
importante en la historia de la salvación. Dios llama a los profetas a anunciar la
esperanza, a afianzar la fe en el pueblo y a luchar por la justicia, el amor y la paz.
También tienen que denunciar lo que va en contra de ese plan de Dios, remover
corazones y fomentar el espíritu de conversión, transformación de vida, cambio
interior. Por eso en la misión del profeta se da el drama, el desconcierto, la
incomprensión y, en muchas situaciones, la persecución. El compromiso por Dios
será más fuerte que sus propios miedos y, ayudados y motivados por el Espíritu del
Señor, reemprenderán siempre el camino.
Hoy en día también existen profetas. Es más, cada uno de nosotros desde la
herencia y el impulso del Espíritu somos profetas por el bautismo. Y muchas
preguntas pueden surgir a partir de nuestra misión profética. ¿Nos dejamos
“sorprender” por el Espíritu de Dios para actuar como profetas en un mundo de
incomprensión y rechazo a los valores del evangelio?. ¿Somos portadores de
esperanza, de semilla del Reino ante tanto pesimismo y desilusión?. ¿Conectamos
la alegría del deber bien cumplido por la instauración del Reino?. ¿Denunciamos lo
que va en contra de la semilla de Dios?.¿Obstaculizamos la labor de los profetas en
nuestro propio ámbito donde nos desenvolvemos?.
Dios se hace presente en medio de nosotros. Seamos agentes activos de
seguimiento y evangelización. No aislemos ni minusvaloremos la presencia del
Espíritu que se hace realidad en la gente sencilla en medio de nuestras
comunidades cristianas. Allanémosles el camino.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)