EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la decimoquinta semana del tiempo ordinario
Libro de Isaías 10,5-7.13-16.
¡Ay de Asiria! El es el bastón de mi ira y la vara de mi furor está en su mano.
Yo lo envío contra una nación impía, lo mando contra un pueblo que provocó mi
furor. para saquear los despojos y arrebatar el botín, y pisotearlo como al barro de
las calles.
Pero él no lo entiende así, no es eso lo que se propone: él no piensa más que en
destruir y en barrer una nación tras otra.
Porque él ha dicho: "Yo he obrado con la fuerza de mi mano, y con mi sabiduría,
porque soy inteligente. He desplazado las fronteras de los pueblos y he saqueado
sus reservas: como un héroe, he derribado a los que se sientan en tronos.
Mi mano tomó como un nido las riquezas de los pueblos; como se juntan huevos
abandonados, así he depredado toda la tierra, y no hubo nadie que batiera las alas
o abriera el pico para piar".
¿Se gloría el hacha contra el leñador? ¿Se envanece la sierra contra el que la
maneja? ¡Como si el bastón manejara al que lo empuña y el palo levantar al que no
es un leño!
Por eso el Señor de los ejércitos hará que la enfermedad consuma su vigor y dentro
de su carne hará arder una fiebre, como el ardor del fuego.
Salmo 94(93),5-6.7-8.9-10.14-15.
Ellos pisotean a tu pueblo, Señor,
y oprimen a tu herencia;
matan a la viuda y al extranjero,
asesinan a los huérfanos;
y exclaman: "El Señor no lo ve,
no se da cuenta el Dios de Jacob".
¡Entiendan, los más necios del pueblo!
y ustedes, insensatos, ¿cuándo recapacitarán?
El que hizo el oído, ¿no va a escuchar?
El que formó los ojos, ¿será incapaz de ver?
¿Dejará de castigar el que educa a las naciones
y da a los hombres el conocimiento?
Porque el Señor no abandona a su pueblo
ni deja desamparada a su herencia:
la justicia volverá a los tribunales
y los rectos de corazón la seguirán.
Evangelio según San Mateo 11,25-27.
En esa oportunidad, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por
haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los
pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como
nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo (v. 345-407), sacerdote en Antioquía, después obispo
de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Sermones sobre el Evangelio de Mateo, n° 38, 1
"Se lo revelaste a los pequeños"
"Te doy gracias, Padre: Te doy gracias, Padre -dice- porque has escondido
estas cosas a los sabios y prudentes".¿Cómo? ¿Es que el Señor se alegra que se
pierdan los sabios y prudentes y que no conozcan estas cosas? — ¡De ninguna
manera! No. Es que el mejor camino de salvación era no forzar a los que le
rechazaban y no querían aceptar su enseñanza. De este modo, ya que por el
llamamiento no habían querido convertirse, sino que lo rechazaron y
menospreciaron, por el hecho de sentirse reprobados vinieran a desear su
salvación. De este modo también, los que le habían atendido vendrían a ser más
fervorosos. Porque el habérseles a éstos revelado estas cosas era motivo de
alegría; mas el habérseles ocultado a los otros, no ya de alegría, sino de lágrimas.
Y también éstas derramó el Señor cuando lloró sobre Jerusalén (Lc 19,41). No se
alegra pues, por eso, sino porque lo que no conocieron los sabios, lo conocieron los
pequeñuelos. Como cuando dice Pablo: Doy gracias a Dios, porque erais esclavos
del pecado, pero obedecisteis de corazón a la forma de doctrina a que fuisteis
entregados (Rom 6,17).
Llama aquí el Señor sabios a los escribas y fariseos, y lo hace así para incitar
el fervor de sus discípulos, al ponerles delante qué bienes se concedieron a los
pescadores y perdieron todos aquellos sabios. Mas, al llamarlos sabios, no habla el
Señor de la verdadera sabiduría, que merece toda alabanza, sino de la que aquéllos
se imaginaban poseer por su propia habilidad. De ahí que tampoco dijo: "Se les ha
revelado a los necios", sino: a los pequeños, es decir, a los no fingidos, a los
sencillos... Es una nueva lección que nos da para que nos apartemos de toda
soberbia y sigamos la sencillez. La misma que Pablo nos reitera, con más energía,
cuando escribe:"Si alguno entre vosotros cree ser sabio en este siglo, hágase necio
para llgar a ser sabio (1 Cor 3,18."
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