XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
"Destinados en la persona de Cristo, por iniciativa de Dios, para que la gloria de su
gracia redunde en alabanza suya"
Am 7,12-15: "Ve y profetiza a mi pueblo"
Sal 84,9ab-10.11-12.13-14: "Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos
tu salvación"
Ef 1,3-14: "Nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo"
Mc 6,7-13: "Los fue enviando"
Amós certifica que su carisma viene de Dios. Sólo Yavé le ha llamado y sólo por
haber sido llamado ejerce de profeta. Poco más tarde, Amasías tendrá la
oportunidad de comprobar que lo que decía Amós, venía de Dios.
Cristo en el Evangelio señala más que recomendaciones prácticas para el camino
las características de su Reino. Sobre todo que no descansaría nunca sobre poderes
o fuerzas de este mundo, ni en el equipaje de los testigos, sino en la fuerza del
Espíritu de Cristo porque en Él se hacen verdad aquellas palabras de Joel:
"Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras
hijas". Por la fuerza de este Espíritu todo bautizado se hace heraldo del Evangelio,
profeta anunciador de la inmensa bondad de Dios.
Para quienes desde la mentalidad contemporánea, siempre dispuesta a preverlo y
planificarlo todo, proyectan planes con todo rigor, el nacimiento de la Iglesia es
sorprendente. Pero el futuro que Jesús preveía descansaba en su Espíritu. Es una
invitación a descubrir que las obras de Dios desbordan cualquier previsión humana.
Por eso, es arriesgado juzgar todo por los mismos criterios.
_ "Sanad a los enfermos":
"Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz. Siguiéndole
adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los enfermos. Jesús los
asocia a su vida pobre y humilde. Les hace participar de su ministerio de compasión
y de curación: «Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a
muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban» (Mc
6,12-13)" (1506; cf. 1507-1508).
_ La Iglesia se apoya en la elección de los Doce y Pedro como Cabeza:
"El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la
plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro
como su Cabeza; puesto que representan a las doce tribus de Israel, ellos son los
cimientos de la nueva Jerusalén. Los Doce y los otros discípulos participan en la
misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte. Con todos estos actos, Cristo
prepara y edifica su Iglesia" (765).
_ "Los bautizados vienen a ser «piedras vivas» para «edificación de un edificio
espiritual, para un sacerdocio santo» (1 P 2,5). Por el Bautismo participan del
sacerdocio de Cristo, de su misión profética y real, son «linaje elegido, sacerdocio
real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os
ha llamado de las tinieblas a su admirable luz» (1 P 2,9). «El Bautismo hace
participar en el sacerdocio común de los fieles»" (1268).
_ "Sólo un corazón puro puede decir con seguridad: «¡Venga a nosotros tu Reino!»
Es necesario haber estado en la escuela de Pablo para decir: «Que el pecado no
reine ya en nuestro cuerpo mortal» (Rm 6,12). El que se conserva puro en sus
acciones, sus pensamientos y sus palabras, puede decir a Dios: «¡Venga tu
Reino!»" (San Cirilo de Jerusalén, catech. myst 5,13) (2819).
La grandeza del testigo no afecta al Reino de Dios; la grandeza del Reino de Dios
hace grandes hasta a los más débiles.
Con permiso de Almudi.org