EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Fiesta de San Santiago (el mayor), Apóstol
Carta II de San Pablo a los Corintios 4,7-15.
Pero nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien
que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.
Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no
desesperados;
perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados.
Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte
de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de
Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
De esa manera, la muerte hace su obra en nosotros, y en ustedes, la vida.
Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura: Creí, y por eso
hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto, hablamos.
Y nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con él y
nos reunirá a su lado junto con ustedes.
Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde también el número
de los que participan en la acción de gracias para gloria de Dios.
Salmo 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6.
Canto de peregrinación.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones.
Hasta los mismos paganos decían:
"¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!".
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría!
¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.
El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas.
Evangelio según San Mateo 20,20-28.
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y
se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se
sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?".
"Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi
derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son
para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones
dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se
haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su
vida en rescate por una multitud".
Comentario del Evangelio por
San Gregorio Magno (v. 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre los Evangelios, n° 35
Beberéis mi copa
Hermanos míos, ya que celebramos hoy la fiesta de un mártir, debemos
sentirnos interpelados por la forma de paciencia que practicó. Porque si nos
esforzamos, con la ayuda del Señor, a guardar esta virtud, no dejaremos de
obtener la palma del martirio, aunque vivíamos en la paz de la Iglesia.El caso es
que hay dos tipos de martirio: uno que consiste en una disposición del espíritu, el
otro que junta esta disposición del espíritu con los actos exteriores. Por eso
podemos ser mártires aunque no muramos ejecutados por la espada del verdugo.
Morir de la mano de los perseguidores, es el martirio en acto, en su forma visible;
soportar los insultos, amando al que nos odia, es el martirio en el espíritu, en su
forma escondida.
Que hubiera dos tipos de martirios, el uno escondido, el otro público, el que
es la Verdad lo atestigua pidiendo a los hijos del Zebedeo: "¿Podéis beber el cáliz
que voy a beber? ", replicaron: "podemos", el Señor responde en seguida: "Mi cáliz,
lo beberéis en efecto". ¿Qué debemos entender por este cáliz, si no los sufrimientos
de la Pasión, sobre los que dice en otro lugar: "Padre mío, si es posible, que pase
de mí este cáliz"? (Mt 26,39) Los hijos del Zebedeo, a saber a Santiago y Juan, no
murieron mártires, y sin embargo se les dijo a ellos que beberían el cáliz. En efecto,
aunque Juan no murió mártir, sin embargo, los sufrimientos que no pasó en su
cuerpo, los probó en su espíritu. Hay que concluir pues, de este ejemplo, que
nosotros también podemos ser mártires sin pasar por la espada, si conservamos la
paciencia en nuestra alma..
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