“C RISTO R EY (ciclo “B”)
+ Solemnidad que es como una síntesis de todo el misterio de la Salvación . Con
ella se cierra el año Litúrgico, después de haber celebrado todos los misterios de la vida
del Señor, y se presenta a nuestra consideración a Cristo glorioso, Rey de toda la
Creación, y de nuestras vidas.
Todas las fiestas de Cristo lo son de Cristo Rey, pues este es su estado actual y
definitivo: desde su Resurrección, y para toda la eternidad, reina el Señor nuestro Dios,
dueño de todo... Hoy queremos celebrar todos sus triunfos en una sola fiesta,
especialmente instituida para mostrar a Jesús como el único Soberano, ante una
sociedad que parece querer vivir a espaldas de Dios, y no reconocer nada de esto...
+ Los textos de esta Misa nos muestran el amor de Cristo Rey, que establece su
reinado no con la fuerza de un conquistador, sino con la bondad y mansedumbre de
Buen Pastor (IIº Lect. : “...Aquel que nos amó...” ).
+ El Reino de Cristo es sal de la tierra, luz del mundo, fermento en la masa,
signo de Salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario,
inspirado en los valores del Evangelio: la esperanza y la alegría eterna a todos los que
estamos llamados. Por eso aclamamos en este día al Reino de Cristo como “Reino de
verdad y vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz...”
Este es el Reino de Cristo: a él estamos llamados a participar, y nuestra misión
es extenderlo a nuestro alrededor con un apostolado fecundo . Ante los que piensan que
la fe consiste en “una serie de prohibiciones morales”, nos tachan de reprimidos y
fanáticos, y se conforman con un catolicismo a medias que no convence a nadie (ni a
ellos); a los que quieren dejar a Dios “guardado” en la Iglesia, o arrinconarlo entre las
costumbres pasadas de moda; ante los que se ríen y burlan de los que tenemos fe,
queremos afirmar con nuestras palabras y obras, que aspiramos a que el Reino de
Cristo brille en todos los corazones... también en el de ellos.
+ Cristo ya es el Rey de todo el universo. Pero este reino será absolutamente
pleno y definitivo tras el juicio universal. Ese día, en que el Hijo del hombre vendrá
lleno de poder y de gloria sobre las nubes del Cielo, será el día de los cielos nuevos y de
la tierra nueva ; día del triunfo definitivo sobre el demonio, el pecado, el dolor y la
muerte.
Frente a todo esto, nuestra actitud de cristianos no puede ser pasiva (“mirando
las nubes”) . Todo nuestro ser, todas nuestras fuerzas deben estar comprometidas: es
necesario
que Cristo reine en primer lugar en nuestra inteligencia, por el conocimiento de sus
enseñanzas y la recepción amorosa de esas verdades reveladas;
es necesario que reine en nuestra voluntad, por la obediencia e identificación cada
vez más plena con la voluntad divina.
Es preciso que reine en nuestro corazón, para que ningún amor se anteponga al
amor de Dios;
y en nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santo;
en nuestro trabajo , en nuestro camino de santidad, etc. ...
+ Esta fiesta de hoy es como un adelanto de la Segunda Venida de Cristo en
poder y majestad: la venida gloriosa que llenará los corazones, y secará para siempre
toda lágrima de infelicidad... Pero al mismo tiempo, es un impulso para adelantar con
nuestras obras las realidades de esta Segunda Venida, pues “la esperanza de una tierra
nueva no debe frenar, sino mas bien estimular el empeño por cultivar esta tierra, en
donde crece el cuerpo de la nueva familia humana que ya nos puede ofrecer un cierto
esbozo del mundo nuevo. Los bienes de la dignidad humana, de la comunión fraterna y
de la libertad (todos los bienes de la naturaleza y los frutos de nuestro esfuerzo) los
volveremos a encontrar después de haberlos propagado... y esta vez ya limpios de toda
mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo devuelva al Padre el Reino Eterno
y universal” (Vat. II). Nosotros colaboramos con la extensión del reinado de Jesús
cuando procuramos hacer más humano y más cristiano el pequeño mundo que nos
rodea, el que cada día frecuentamos.
Porque no siendo de este mundo, el Reino de Cristo comienza ya aquí . No es
del mundo, pero está en el mundo (como Cristo y los suyos). No se confunde con el
mundo porque tiene que ir transformándolo día a día, y por eso mismo tiene que estar
presente y actuar en él.
+ Cuando rezamos el Padrenuestro, decimos “venga a nosotros tu Reino” : es el
clamor por la más definitiva de las realidades cristianas. E inmediatamente,
proclamamos la manera para ayudar a que el Reino venga: “hágase tu voluntad…” El
Reino es la voluntad de Dios que debe ordenar todas las cosas, penetrándolo todo
(como el fermento en la masa). Y la voluntad de Dios se llama Amor Misericordioso .
Celebrar la fiesta de Cristo Rey implica un compromiso : trabajar con todo
empeño para que la voluntad de Dios se manifieste en todas las cosas. En nuestro
corazón en primer lugar, y desde allí a todo lo que está a nuestro alrededor, hasta que
llegue el día en que el Reino se manifieste en total plenitud, cuando todas las cosas
estén definitivamente ordenas al servicio del hombre nuevo, y Dios sea todo en todos.
Como en María...
Amén.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel