Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 15, Lunes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Lavaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones * Al
que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. * No he venido a sembrar
paz, sino espadas
Textos para este día:
Isaías 1, 10-17:
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro
Dios, pueblo de Gomorra: "¿Qué me importa el número de vuestros sacrificios? -
dice el Señor-. Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de cebones; la
sangre de toros, corderos y chivos no me agrada. ¿Por qué entráis a visitarme?
¿Quién pide algo de vuestras manos cuando pisáis mis atrios? No me traigáis más
dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas, no los
aguanto. Vuestras solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga
que no soporto más. Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque
multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de
sangre.
Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar
mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al
huérfano, proteged a la viuda."
Salmo 49:
"No te reprocho tus sacrificios, / pues siempre están tus holocaustos ante mí. / Pero
no aceptaré un becerro de tu casa, / ni un cabrito de tus rebaños." R.
"¿Por qué recitas mis preceptos / y tienes siempre en la boca mi alianza, / tú que
detestas mi enseñanza / y te echas a la espalda mis mandatos?" R.
"Esto haces, ¿y me voy a callar? / ¿Crees que soy como tú? / Te acusaré, te lo
echaré en cara. / El que me ofrece acción de gracias, / ése me honra; / al que sigue
buen camino / le haré ver la salvación de Dios." R.
Mateo 10, 34-11, 1:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: "No penséis que he venido a la tierra a
sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al
hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los
enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que
quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no coge su
cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que
pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y
el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es
profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá
paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a
uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo
aseguro".
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para
enseñar y predicar en sus ciudades.
Homilía
Temas de las lecturas: Lavaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones * Al
que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. * No he venido a sembrar
paz, sino espadas
1. Manos Manchadas de Sangre
1.1 La primera lectura, del profeta Isaías, enlaza muy bien con las denuncias de
injusticia que ya hemos oído en las semanas anteriores, por boca de Oseas y sobre
todo de Amós. Isaías es especialmente elocuente: ¿cómo levantar a Dios en
ofrenda manos manchadas de sangre?
1.2 Con motivo de los atentados simultáneos del 11 de marzo de 2004 en Madrid
participé en una marcha de repudio al terrorismo en la ciudad de Dublín. El acto era
convocado por hispanohablantes y las consignas las decíamos también en español.
Una de las más repetidas aquella vez parecía tomada de la lectura de hoy.
Mostrando las palmas de las manos decíamos a coro: "Mira mis manos: ¡no tienen
sangre!" Una especie de protesta que hace aún más detestable a todo acto cobarde
que se cobra vidas inocentes.
1.3 Y sin embargo, todos deberíamos preguntarnos si nuestras manos están
realmente limpias de sangre inocente. No sólo se ensucian las manos del que
materialmente asesina a otro, sino también las de sus cómplices. Y es posible que
seamos cómplices de muchos crímenes, en la medida en que pertenecemos a
estructuras de gobierno o de mercado que generan muerte. Según esto, no es
posible una vida de tranquila oración o de aislada espiritualidad al margen de una
vigilancia activa sobre nuestras posibles complicidades.
2. Paradojas Fuertes
2.1 El evangelio de hoy nos presenta un rostro de Jesús que puede extrañarnos:
"No piensen que he venido a traer paz a la tierra." Esta frase debe ser comprendida
en paralelo con aquello otro que dijo a sus discípulos casi al momento de su
partida: "La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da." (Jn
14,27). La conclusión es que Cristo no es un amante de la guerra pero tampoco es
partidario de una falsa paz.
2.2 De hecho el Evangelio entraña un cierto grado de conflicto. No se puede llegar a
esta tierra a decir idolatrías y a quebrantar el poder del pecado y pensar que todo
eso sucederá con agrado y aplauso de todos. Hay que esperar que haya pugnas y
recelos, y hay que suponer que tales dificultades entrarán también en el seno de las
relaciones que nos parecen más estables, como es la familia.
2.3 La razón es que el amor que Dios ofrece y pide no tiene comparación con
ningún otro amor. Este principio no es nuevo: es simplemente el resultado de
tomar en serio el primer mandamiento de la ley de Dios. Resultará difícil hacer esta
elección por Dios, sin embargo, porque implicará romper con muchas cosas para
preferirlo a él. Tal es el sentido de la Cruz: cada vez que preferimos a Dios dejando
de lado alguna cosa que nos gusta o nos atrae, algo muere en nosotros. Mas al
igual que en el caso de la Cruz de Cristo, este misterio de Cruz no quedará sólo en
muerte sino que traerá vida, vida perdurable.
Fr. Nelson Medina, O.P.